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PATRICIA MARTÍNEZ | SOPRANO

Música en las venas

La cantante lírica, que trabaja en el Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias, es una gran impulsora de la actividad coral

Patricia Martínez, a las puertas de la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery. MARA VILLAMUZA

"Como una ola", de Rocío Jurado, supuso el primer contacto con la música de la soprano avilesina Patricia Martínez García. Entonces, era una niña que repetía la canción de la popular tonadillera mientras crecía en el seno de una familia que escuchaba composiciones clásicas y flamenco, género este último por el que siente especial predilección su padre. Lejos aquellos años y diluidos en la memoria los recuerdos del tema que interpretaba la artista de Chipiona, esta mujer nacida en Santander por "una cuestión circunstancial" vive íntimamente ligada a la voz: forma parte del Coro de la Ópera de Oviedo.

Afianzada en la formación que dirige Elena Mitrevska, la mochila musical de Patricia Martínez acumula experiencias que han ido enriqueciendo su trayectoria personal y profesional: ha participado en conciertos como solista realizados en el ciclo "Música en el claustro de San Nicolás de Bari", intervino en el musical narrado "La carrera de América", de Rubén Díaz y Juan Carlos de la Madrid, y ha formado parte del Coro de la Temporada de Zarzuela de Oviedo.

Al echar la vista atrás en el tiempo, esta mujer de 38 años licenciada en Matemáticas por la Universidad de Oviedo descubre en el rincón de los recuerdos las clases de guitarra que recibió en el colegio de las Doroteas cuando sólo contaba trece años y que la llevaron a cantar en las misas que se celebraban en el centro educativo. "Aquello fue un aprendizaje para controlar los nervios; cantaba delante de los alumnos mayores y había que hacerlo bien", comenta. Entonces, no podía imaginar que en el futuro enfrentarse al público y sentirse observada iba a ser una constante en el quehacer musical.

Tras pasar por el coro de la parroquia de Santo Tomás que cantaba la misa dominical del catecismo, se sumó a una formación a capela que le abrió el camino hacia la música más clásica y, posteriormente, al coro del Centro Asturiano donde permaneció varios años y le llevó a estudiar canto con Javier Fernández. Pero quien ha marcado la vida de Patricia Martínez ha sido el músico avilesino Rubén Díaz. "Si estoy en el Coro de la Ópera es porque antes pasé por el de la Zarzuela, al que llegué gracias a él; estar donde estoy musicalmente hablando se lo debo al él, todo lo interesante que he hecho como cantante ha sido de su mano", recalca con agradecimiento hacia quien considera un gran amigo.

En Avilés, pianista y soprano han compartido varios proyectos, uno de los últimos, anota la cantante, una actuación en el ciclo "Suena la Cúpula", del Centro Niemeyer, a comienzos del presente año. Esta ciudad, subraya Patricia Martínez, "tiene una tradición musical importante". A ello ha contribuido, dice, el Conservatorio Julián Orbón. "Ha sido un centro de referencia y debe seguir siéndolo, con muy buenos docentes y de donde han salido muy buenos músicos; es una pena que en los últimos años se haya metido en una maraña judicial", lamenta la artista, que considera "una suerte tener un centro de estas características tan a mano". "Hay que hacer todo por él", asegura.

La proliferación de coros en el municipio es otra de las cuestiones que pone de relieve la soprano avilesina, si bien observa la edad de sus componentes, cuya media se sitúa en torno a los 70 años, dice. "Cuando se fundaron, los coros se tenían como un lugar de recreo, servían para conocer gente y conocer mundo porque se viajaba mucho; por contra, la juventud actual tiene otros entretenimientos y además están súper saturados de actividades. Con esos horarios, es complicado meterlos en una agrupación", manifiesta para, a renglón seguido, comentar, basándose en su propia experiencia, que "los coros son la mejor manera de despertar en los niños el amor por la música".

En este sentido, Patricia Martínez habla con conocimiento de causa. Nadie mejor que ella sabe el esfuerzo que requiere seguir el ritmo de una agrupación coral, máxime si ya ha alcanzado un nivel semiprofesional como el que ostenta el Coro de la Ópera de Oviedo. El trabajo y la formación coral le absorben el día completo, ya que a las 6.30 horas de la mañana llega al departamento de gestión del Centro Comunitario de Sangre y Tejidos de Asturias, donde trabaja, y a las 20 horas accede al teatro Campoamor para asistir a los ensayos que tienen una duración de dos horas de media, aunque cuando se suma la orquesta se alargan hasta la media noche.

Estas sesiones maratonianas no incomodan a la soprano avilesina, todo lo contrario. "Tienen su recompensa, lo pasamos bien, nos reímos y disfrazarse tiene su gracia", señala, todavía con la función en la retina, el jueves, de la ópera "Andrea Chénier", en la que participan Carlos Álvarez, Jorge de León y Ainhoa Arteta. Ambientada en la época de la Revolución Francesa, la puesta en escena exige un complejo vestuario y maquillaje que ha obligado a los componente del coro a adelantar dos horas la llegada al teatro. En total, cinco horas de preparativos y función.

Además de la música, Patricia Martínez García está estrechamente vinculada a la Asociación de Donantes de Sangre de Avilés y Comarca. No en vano es hija de Palmira García Cotero, presidenta de la entidad hasta su fallecimiento en abril de 2016. Ya no pertenece a la junta directiva, pero le unen fuertes lazos con los donantes. "Es imposible desvincularme de la asociación, con cuya gente tengo un trato muy cercano; procuro hacer promoción de ella allá donde puedo, sólo faltaba", subraya con emoción.

La política es otra faceta presente en la soprano. Figura en las listas del Partido Popular de Avilés. "Soy la primera del banquillo, pero no tengo mucho tiempo para las lides políticas", explica la cantante, que recorre el camino de la vida siempre con optimismo y de la mano de otro músico, el compositor Pablo Moras.

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