Los dramaturgos y también directores de escena Ernesto Caballero y Juan Mayorga cerraron ayer el ciclo de diálogos sobre teatro organizados para conmemorar el 25º. aniversario de la reapertura del Palacio Valdés, entre cuyas paredes han cobrado forma algunas de las obras más sonadas de dos de los profesionales cuya marca es sinónimo de éxito en la escena española.

Aparte de revelar los detalles más personales del proceso creativo, Mayorga y Caballero coincidieron a instancias del moderador, el periodista de LA NUEVA ESPAÑA Saúl Fernández, en reivindicar más reconocimiento social para las gentes de un sector -el teatro- que a juicio de los dos tertulianos vive "un momento álgido"; por extensión, lamentaron el "desdén" con que es tratada la cultura en España a diferencia de otros países europeos.

"Cuando las enseñanzas artísticas, la Literatura, la Filosofía o, en general, las asignaturas de Humanidades son relegadas en los planes educativos a velocidad de crucero, la cultura y sus gentes pierden 'auctoritas' y son sustituidas por figuras públicas mediáticas que poco o nada tienen que ver con el concepto elevado de cultura", expresó Ernesto Caballero. Remachó Mayorga: "La mayor o menor elevación de los personajes de la cultura depende de la sociedad, pero también es relevante la oferta que se les da a éstos; por poner un ejemplo, muchas ciudades del tamaño de Avilés, en comparación con ella, seguramente son menesterosas de oferta cultural".

Dispuestos a compartir sus inquietudes, emociones y preocupaciones como dramaturgos, directores y, en el caso de Caballero, responsable de la programación del Centro Dramático Nacional desde 2012, los autores invitados ayer al Palacio Valdés hicieron ver que los creadores contemporáneos tienen una "deuda de excelencia" con el rico pasado del teatro español (Lope, Valle, Calderón, Lorca, Buero...), defendieron la conveniencia de enriquecer los textos originales cuando pasan a manos de los directores y son interpretados por los actores y reflexionaron sobre la vertiginosa velocidad a la que cambia la simbología social en unos tiempos muy influidos por el cine, internet y los medios. "El teatro debe evolucionar para adaptarse a los nuevos símbolos y, así, mantener su frescura", opinó Caballero. Y añadió que la eclosión perceptible en el sector "responde a la creciente demanda del público de escuchar relatos que se alejen de la versión oficial de la realidad".

Los dos directores tuvieron palabras elogiosas para sus principales actrices fetiche, como Carmen Machi o Blanca Portillo. Mención aparte para Concha Velasco, de quien Caballero dijo que "hace teatro hasta de las conjunciones y convierte cada frase en un acontecimiento".