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GERMÁN BLANCO RUBIO | HOSTELERO

El barman con más solera

El veterano camarero es historia viva de un bar, ahora en traspaso, con una variopinta clientela de obreros, burgueses, intelectuales y artistas

Germán Blanco, detrás de la barra del popular establecimiento del mismo nombre. MARA VILLAMUZA

El primero de todos fue Germán Blanco Arias.

-Empezó a trabajar como maître en el Gran Hotel de Avilés.

Esto lo dice el tercero de los Germán: Blanco Rubio. Hostelero como el padre. Y como el abuelo. "De Avilés de toda la vida", subraya. Lo pueden encontrar todos los días -menos los martes, que descansa- detrás de la barra del Germán, un bar que es todo historia y también algo de porvenir. "A no ser que me toque la lotería, que entonces pensaré en cambiar la historia", sonríe el tercer Germán, cuatro décadas tras una barra histórica. "Aquí han comido Víctor Manuel y también Rocío Jurado", señala el hostelero veterano ,que ha puesto en traspaso el negocio. O sea, que se retira, pero "sólo si viene un traspaso bueno", aclara.

Germán Blanco Rubio conversa con amenidad, prepara cafés y dos poleos mientras hace memoria. Que es diáfana. Y es normal, que más de ocho décadas de historia se cuentan y se recuentan. Más si todas ellas han pertenecido a la misma familia. Desde antes de la guerra civil, siempre hubo un bar en la calle Emile Robin, a un paso de la casa Larrañaga y a dos de la antigua rula. El bar de Germán es patrimonio avilesino. Un tesoro. El bar y también su ensaladilla rusa. Desde los años sesenta en la carta, "el buque insignia" de la cafetería del parque del Muelle, una experiencia de gusto cultivado.

Para comenzar la historia hay que echar la vista atrás, un siglo atrás, cuando abrió el Gran Hotel de Avilés, cuando Avilés quería ser San Sebastián, Santander, una ciudad real de veraneo? Allí es cuando aparece Germán Blanco Arias, que es el primero de una saga de hosteleros que ha hecho mucho bien a una ciudad entre las dos aguas en que ha navegado toda la vida: la obrera y la burguesa.

"Cogió el traspaso en 1935. Lo llamó Bar Astur. Era local al que acudían los pescadores de la rula y también algunos de Avilés de toda la vida", cuenta el nieto entre café y café. El bar Astur sobrevive, dice el tercer Germán, pero sólo en los recibos de la luz. "Todavía me vienen con ese nombre", dice. Germán Blanco Arias había nacido en 1896, antes de que se produjera el Desastre, antes de la coronación de Alfonso XIII.

"A los quince años entró a trabajar como camarero. Unos años después fue cuando le hicieron maître", explica. Avilés, hace un siglo, se parecía a Avilés como un huevo a una castaña. "Vivía en los bajos del hotel", cuenta. Luego, cuando cogió el bar, trasladó a la familia. No muy lejos "Yo nací en la buhardilla de la casa Larrañaga. Era una buhardilla de 180 metros cuadrados. Nacimos todos los primos allí. Bueno, todos no, uno lo hizo en Valencia, pero sólo él", recuerda. La familia Blanco es de Avilés, de Sabugo para más señas, que es doble identidad imperecedera.

El local que cogió el primer Germán antes había sido bar. "De Antón el Molinero", cuenta el tercer Germán. Servía cafés, refrescos, licores? a los de la rula y a "los intelectuales". "Tenía mesa reservada para los intelectuales, allí, en la esquina", señala. O sea, una combinación de clases populares y de la burguesía más señalada. "Pero mi abuelo fue delegado de UGT", apunta. "Sus propios compañeros fueron los que se lo expropiaron", añade. "Decían que era propietario", aclara. Le devolvieron el negocio cuando terminó la guerra, en octubre de 1937. Aquel fue el primer bar.

El segundo fue de los hijos del primer Germán: Mario, Carmina, Electra y Germán Blanco Varela. El primero fue el padre del actual propietario del bar. Los otros tres, socios en el bar. "Daba para los cuatro", recalca el tercer Germán. Carmina y Electra se casaron y Germán Blanco Varela abrió el Bar Bambi, en la calle de Fernández Balsera. "A un paso del Hospital". Mario se quedó con el negocio. Mario es el padre del tercer Germán. El primero había fallecido en 1953. Y la segunda generación hizo reformas: cambió la barra. "Justo al otro lado de donde está ahora", dice el actual propietario. "Ya era el Germán, no el Astur".

El tercer bar, el vigente, abrió el 28 de agosto de 1970. "Entonces reinauguramos la decoración que había diseñado Ángel Corominas", cuenta el hostelero. El Germán, entonces, era el bar más "in" de la ciudad. "Lo primero que vendimos fueron dos martinis y dos raciones de gambas a la gabardina: 48 pesetas", apunta el hostelero que, por entonces, no trabajaba en el bar. "Mi madre sí. Ella había entrado en 1962", recalca.

El primer Germán servía compuestas, sus hijos fueron los que decidieron ampliar el negocio a las tapas. Mari Rubio, la madre del tercer Germán, fue responsable de la ensaladilla, de las croquetas? Ya se podía comer y cenar. Todo Avilés cenaba en el Germán. Y también la mitad de los futbolistas de Asturias. Y Pedro Carrasco y el decorador del Palacio Valdés Pipo Carreño. Y los de "Sabugo, ¡Tente Firme!", que decidieron fundar el grupo en torno a una mesa del Germán. Y Álvaro Álvarez, "El Difuntín"?

Germán Blanco Rubio, el tercero de la saga, lleva cuarenta años detrás de la barra de uno de los bares más singulares de la ciudad. Porque lleva más de ochenta años en la misma familia y porque ha congelado el tiempo en sus paredes? pero los años pesan demasiado. Sólo se irá, repite, si consigue el traspaso que reclama. No antes que, pese a todo, siente que le queda mucho que decir, que los domingos sigue jugando el Atlético de Madrid y sigue disfrutando también de las discusiones con los madridistas, que parecen legión. O sirviendo comidas. "Hasta 2009 venían a cenar 40 o 50 personas, ahora sólo cuatro o seis", se lamenta. Los negocios son así. Germán lo sabe, que lleva toda una vida detrás de la barra.

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