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"Queremos madrugar los lunes"

La Navidad más cruda de "los 34 de Montrasa": apurados de dinero y afectados de ansiedad pero sin intención de rendirse

Uno de los últimos cortes de carretera que han protagonizado los despedidos de Montrasa. RICARDO SOLÍS

Arturo Rodríguez es uno de "los 34 de Montrasa" y está cansado de que le den la razón en los tribunales, pero que nadie le haga caso. Como sus compañeros, Arturo Rodríguez sólo quiere volver a trabajar. Ocupar su puesto laboral, injustamente arrebatado, según la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Asturias. Como sus compañeros, quiere volver a la normalidad de madrugar los lunes.

Rodríguez tiene 54 años y está diagnosticado de depresión. Su menú de Nochebuena fue frugal. Nada del otro mundo, salvo por las siete pastillas que se mete todos los días: Trankimazin, Mirtazapina y Escitalopram, "para los ataques de ansiedad, cada vez más frecuentes", explica. Cuando el pasado miércoles se concentró con sus compañeros, cortando la AS-328, en una de las numerosas manifestaciones que llevan realizadas en el último año y medio, vestía vaqueros, chupa negra y botas de montaña. Tiene la cara con arrugas que surcan sus pómulos delgados. Entre ellas, se incrustan pelos canosos de una barba de tres o más días. Lleva gafas y habla muy flojito, como si siempre tuviera un nudo en la garganta.

Javier Cantartegui también es uno de "los 34 de Montrasa". Se sienta al lado de Arturo Rodríguez en la cafetería del PEPA, donde fueron los despedidos a tomar un café después de la "manifa" Se podría buscar una expresión más fina para la definición que da de su Navidad, pero la literal es más ajustada: "Muy jodida". Tiene dos nietos y es más joven que Rodríguez: tiene 52 años, aunque parece mayor. En realidad, todos los de Montrasa parecen más viejos de lo que dice su DNI. "En mi casa lo único que hago es discutir por teléfono y hablar con mis compañeros. Son las segundas fiestas que pasamos así. Es muy duro, porque todos los meses hay que pagar los recibos", cuenta.

Mientras Cantartegui apura su café, sale Mariano Rajoy en la tele hablando de lo bien que va todo. "Este vive en el país de las maravillas", exclama Santiago del Río, otro de "los 34 de Montrasa". Por si hay dudas, ni él, ni nadie perdió un segundo de su tiempo en escuchar el discurso del Rey el 24 por la noche: "La tele ya no es importante, nadie de fuera nos va sacar las castañas del fuego", dicen casi al unísono.

José María Ramón Rodríguez no es uno de "los 34 de Montrasa" pero como si lo fuera. Lleva 41 años trabajando en Alcoa y les apoya desde el primer momento. Estuvo en la manifestación, en plena carretera. Tiene los ojos muy azules y la expresión severa. Empieza hablando tranquilo, aunque poco a poco eleva el tono de voz. Quizás porque cuando avanza en su discurso asimila la injusticia que se comete con sus compañeros. Es muy seguidor de José Mújica, el expresidente de Uruguay. "Cómo no voy a estar con ellos, yo también soy un trabajador", señala golpeando a la mesa. A la palabra trabajador le añade un calificativo malsonante.

Santiago Castro sí es de "los 34 de Montrasa". Como Ricardo Martínez, expresidente del comité de empresa, y como Eduardo Hernández. Ellos también forman parte de los "represaliados", según dice la última sentencia del TSJA. En ella se puede leer que el despido se debió a una venganza empresarial, que deben de ser readmitidos e indemnizados con 6.000 euros. Pero siguen esperando, mientras se juegan su salud mental y los nervios. Ellos son los titulares de un equipo de 34 jugadores, pero el club de los despedidos tiene muchos socios: mujeres, hermanos, madres, padres y amigos.

"A la muyer ya ni la miro, total para qué, si lo único que me sale es discutir", dice uno. La cena de Nochebuena de todos ellos fue muy parecida. Sin excesos, y con turrón de otros años. "Qué quieres que haga fío, si ya no tengo ni dinero para comprarle pañales al nieto. Esto es muy duro", lamenta Castro.

Podría parecer que "los 34 de Montrasa" son el bando de los vencidos, pero está claro que no tienen visos de rendirse. "Llevamos dos navidades así, ahora que te digo una cosa: no van a haber unas terceras", advierte Martínez. "La próxima semana tenemos una reunión entre todos los agentes implicados; si no hay acuerdo, el 10 de enero vamos a juicio. Pondremos una demanda penal. Vamos a ir a por todas", confirma el expresidente del comité de empresa y a la sazón, portavoz del grupo. "Los 34 de Montrasa" también despiertan simpatías. El Ayuntamiento de Avilés y de Gozón firmaron una declaración institucional de apoyo a los despedidos. Algo de razón tendrán si han puesto de acuerdo a todos los partidos políticos. O mucha, cuando los tribunales han emitido una sentencia que "es demoledora", según Martínez. Van a seguir peleado. Quieren recuperar su derecho a trabajar. Quieren volver a algo que se extraña cuando te lo quitan: la normalidad de madrugar un lunes.

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