La iglesia de Salinas se quedó ayer pequeña para acoger a todas los familiares y amigos que acudieron a dar su último adiós a Florentino Suárez García, "Tino Tristán", que falleció el domingo a los 84 años en Oviedo como consecuencia de una caída que sufrió en su casa hace un mes. Tino Tristán fue director de Asturiana de Zinc (Azsa) hasta que se prejubiló en 1994, a los 60 años, tras ser un fuerte apoyo de Francisco Javier Sitges, uno de los fundadores de la empresa.

El funeral que se celebró ayer por la tarde en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen de Salinas, fue oficiado por el párroco, Agustín González, y concelebrado por Juan José Tuñón, que fue arcipreste de Covadonga hasta hace unos días y Rafael Santos, expárroco de la localidad. "Un hombre que con esfuerzo supo llegar desde la base a lo más alto de la primera empresa de cinc del mundo", así definió Agustín González a Tino Tristán en la homilía que siguieron atentamente su familia, amigos y muchos compañeros de trabajo.

La familia Sitges estuvo representado por Fernando y su sobrino Javier. Además, acudieron al funeral muchos de sus compañeros en Azsa: Luis Rodríguez, actual presidente de la Escuela de Artes y Oficios de Avilés; José Manuel González, Francisco Tamargo, José Manuel Ponce o Eloy Martínez Argüelles, expresidente de la asociación de vecinos "Amigos de Salinas", entidad que en 1994 le concedió el premio "Salinas". Así como José Manuel Muñiz, presidente del Sindicato Independiente de Asturiana de Zinc (Sitaz), Mariano Revuelta, capitán de la Guardia Civil de Avilés, y Carlos Rodríguez de la Torre, portavoz del PP de Avilés, y Eloy Alonso, presidente del PP castrillonense.

Tampoco faltaron el presidente Vicente Quintanilla y muchos socios de la Cofradía Buena Mesa de la Mar, a la que pertenecía Tino Tristán. Antonio Sabino, recordó que durante su etapa como presidente de la Cámara de Comercio de Avilés, Tino Tristán fue vicepresidente primero de la entidad durante ocho años.

Tino Tristán nació en Villablino (León) y llegó a Salinas de niño, cuando su padre se trasladó a la localidad para trabajar en la Real Compañía Asturiana de Minas (RCAM).