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Aliatar resucita en Maspalomas

La réplica del famoso emisario real que durante décadas ilusionó a los niños avilesinos luce ahora en un negocio de José Cueto

Isabel Oliver, con el pequeño Mario Herrero, junto a la figura de Aliatar. RICARDO SOLÍS

Testigo mudo de medio siglo de Navidad en Avilés. Eso es la réplica del Príncipe Aliatar que Isabel Oliver, la dueña de una panadería en la calle José Cueto, en la zona de Maspalomas, exhibe en su negocio desde hace siete años. El mítico emisario de los Reyes Magos, creado por la mitología a partir de la figura histórica que batalló en Granada, acumula muchos años de historia recibiendo cartas para Sus Majestades oriente de niños avilesinos de varias generaciones.

Isabel Oliver tiene 60 años y, cuando era niña, ya le dejaba misivas al Aliatar que ahora está en su panadería. "Esto es una joya, es la historia de la ciudad, mucha gente que viene lo reconoce", indica orgullosa. Oliver lo rescató tras el cierre de los míticos Almacenes Pí, en la calle La Cámara, una vez que la figura de cartón estuvo a punto de parar en la basura. "Me dijeron que lo iba a tirar y me lo quedé. Lo restauré por 25 euros y ahora lo pongo todas las fiestas. Antes en la cafetería y, ahora, en la panadería", explica.

La historia de este Aliatar es dilatada. Según cuenta Oliver, personas nacidas en la década de los cincuenta del pasado siglo ya hablaban del paje. Aunque añade, que incluso hablan de esta figura algunos de los que llegaron al mundo en los cuarenta. En cualquier caso, para la panadera, Aliatar es también un recuerdo de las Navidades de antes. "Ahora, con Papa Noel, las fiestas están un poco desvirtuadas; y aunque no hay que censurar otras tradiciones, la llegada de las nuevas no debe desplazar a las que son nuestras", reclama.

A lo largo de estas décadas, el paje de más de metro y medio de altura de la panadería de José Cueto ha recibido los deseos de innumerables niños. Isabel Oliver siempre quiso "unos zapatos de andaluza y un traje de princesa" que nunca le trajeron. Ahora, la restauradora de la figura, que coloca cada año con la ayuda de su hijo, desea que "todo el mundo pueda disfrutar de lo que desea".

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