El policía local de Castrillón Daniel Wei ya está fuera de peligro: ayer a mediodía fue dado de alta en el Hospital San Agustín. "Volvió a nacer", señalaron los que le quieren bien, que son muchos. Sin embargo, para llegar a esto, el policía tuvo que notar cómo su vida estuvo a punto de desvanecerse el pasado día de Reyes, en el dique de San Juan de Nieva, donde perdió la suya la corredora avilesina María Élida Fernández Iglesias y donde Pablo Álvarez Ortiz quedó herido. El agente y el bombero Antonio Fernández fueron los primeros en atender la voz de alarma.

Wei, que había sido reconocido por el Ayuntamiento de Castrillón con el título de "Ciudadano ejemplar" por salvar a otro bañista hace meses en la playa gijonesa del Arbeyal, entró en la escollera para ayudar a la atleta, pero también se lo llevó una mala ola. Sus compañeros cuentan que el agua "le tiró contra las piedras, lo centrifugó y le golpeó y golpeó" hasta el punto de hacerle una enorme brecha en la cabeza que no paró de sangrar. Además se dislocó un hombro y, pese a ello, logró amarrarse a la vida "con un solo brazo", el que tenía bien. Así, sin saber qué estaba ocurriendo, con los ojos clavados en el mar embravecido, esperó a que le sacaran del agujero en el que su vida parecía que iba a desaparecer.

Los minutos que tardó el helicóptero en desarrollar la operación fueron largos, eternos. Pero, al menos para él, el final no fue trágico. Sí para Élida Fernández, la fundadora del grupo de atletismo Parque Ferrera. Su compañero de equipo Pablo Álvarez Ortiz, que también recibió el alta hospitalaria ayer, se fue a casa cargado de magulladuras y con el dolor más grave de haber visto cómo su amiga moría una mañana en que sólo tenía que haber sufrido el cansancio propio de un entrenamiento de carrera de fondo.

La vocación de servicio público de policías y bomberos volvió a quedar clara una vez más. El bombero Antonio Fernández, que también participó en el operativo, concluyó: "Temimos por nuestra vida, pero es nuestro trabajo". Los dos acudieron a la llamada de alarma con poca información: dos personas en las piedras. No sabían nada del oleaje. Por eso, Daniel Wei accedió a la plataforma cargado con toda su equipación: abrigo, botas, chaleco antibalas, esposas, cinturón con el arma... El agente, pese a toda esa armadura, sufrió el embate de la mar. Aquel golpe fue el que le dislocó el brazo. Sus compañeros están convencidos de que no hubiera resistido en el mundo de haber caído al mar, de que el peso añadido habría contribuido a ampliar la lista de heridos mortales.

El compañero de patrulla de Wei se había quedado al borde del dique, sin poder entrar a ayudar en las labores logísticas propias del rescate. No pudo echar una mano ni a la deportista, ni a su compañero, sin tener claro qué estaba sucediendo. Y es que las patrullas funcionan como una sola persona en situaciones tan graves como la del sábado: cada integrante se reparte una misión.

Wei trabaja como policía local en Castrillón, pero vive en Gijón. Algo similar a lo que vivió el día de Reyes lo experimentó este pasado mes de agosto en la playa del Arbeyal: rescató a un hombre de morir ahogado. Lo de entonces sucedió también en un espigón, cerca del Club Natación Santa Olaya. El "Ciudadano ejemplar" de Castrillón y el subinspector de la Policía Nacional Iván Fernández se lanzaron contra las olas con éxito.

Los compañeros del agente Wei celebran ahora que los golpes recibidos no le hubieran hecho perder el conocimiento. Los agentes creen que todo lo que vivió el agente fueron los ingredientes para haber ampliado la tragedia: la brecha, los golpes constantes, el peso del armamento... El helicóptero de salvamento finalmente dio fin a los minutos eternos, lo sacó de entre las piedras, lo depositó en la explanada de San Juan de Nieva donde los médicos trataron de tapar la hemorragia espectacular que manaba de detrás de su cabeza. Se mantenía erguido, con la sensación de un alivio contenido: él y su compañero. Y también los bomberos.

Lo peor, sin embargo, fueron los más de cuarenta minutos que emplearon los médicos en tratar de devolver a la vida a una atleta que tenía vida para rato. Sin embargo, Élida Fernández Iglesias dejó para siempre de correr. Su funeral será hoy a las 13.00 horas en San Nicolás de Bari.