El pastelero Julio Pardo no ha mostrado arrepentimiento alguno en los casi dos años que han transcurrido desde que mató a golpes a su mujer, Ascensión (Susi) Amores, en el dormitorio conyugal. Así lo aseguraron los forenses y los psiquiatras citados por la defensa en el juicio por jurado que se ha celebrado esta semana en la Audiencia Provincial, en Oviedo. Ayer, en la última sesión, ejerció su derecho a la última palabra para manifestarlo y para incidir en que quiso suicidarse. "A Susi la conozco desde hace mucho, casi toda la vida estuvimos juntos, los mejores años. Tuvimos dificultades, como todos. Nunca le he hecho daño ni he querido hacérselo. He querido quitarme de delante. Pido perdón a la familia", dijo de forma literal antes de regresar a la cárcel de Villabona.

El juicio tocó ayer a su fin con las conclusiones de las partes. No hubo sorpresas. Tanto la Fiscalía como el resto de acusaciones (la particular, a cargo de María Díaz, y las populares, que ejercen Abogadas para la Igualdad y la Abogacía del Estado) concluyeron que sus versiones iniciales han quedado probadas a lo largo de la vista y mantuvieron la petición de 25 años de cárcel para Julio Pardo por el asesinato de su mujer, la pena máxima que recoge el Código Penal. La defensa, que ejerce Félix Guisasola, también mantuvo su postura inicial y pide bien la libre absolución, aferrándose a un supuesto trastorno de personalidad del pastelero, bien diez años de cárcel por un delito de homicidio.

La exposición de conclusiones de la fiscal Verónica Pérez Fernández no pudo ser más contundente ("Muchas gracias", le dijeron los familiares de Susi Amores cuando abandonó la sala, ya finalizado el juicio). Se refirió a las "constantes contradicciones" en las que ha incurrido el presunto asesino, hizo hincapié en que solo respondiese en el juicio a las preguntas de su abogado y fue desmontando el relato del acusado. Las acusaciones creen que este caso "es un ejemplo de libro de alevosía", asegurando la muerte y eliminando la posibilidad de defensa de la víctima. El crimen se cometió en el dormitorio. Susi Amores recibió los primeros golpes cuando dormía y en los análisis al cadáver se encontró lexatin. "Ataque más sorpresivo que este no lo hay porque estaba dormida y bajo los efectos de un tranquilizante. Tenía heridas de protección, no de defensa. Él no tenía ni un arañazo", dijo la fiscal. Las acusaciones también ven probado el ensañamiento, cuando se causa un sufrimiento innecesario a la víctima, prolongando su agonía. Ascensión Amores recibió más de 30 golpes en la cara y la cabeza. "Ascensión agonizó. Esa mujer sufrió mucho y el acusado tuvo que percibir cómo iba agonizando. Ascensión se vio morir a manos de Julio. Recuerden las palabras que oyó el vecino: 'Julio, ¿por qué me haces esto'?", se dirigió la fiscal al jurado.

Las acusaciones también ven probado el desprecio de género. Sostienen que quedó demostrado que Julio Pardo ejerció durante toda la relación una "posición de control y de dominio" y que alejó a Susi Amores de todo su entorno. Creen que era una víctima de violencia de género (una tía de Julio Pardo dijo que Susi le manifestó su intención de separarse y dejó la puerta abierta a unos posibles malos tratos). "Decidió acabar con ella como si fuera un objeto suyo", aseveró la fiscal.

Sobre el consumo de alcohol y pastillas como circunstancia para rebajar la pena, las acusaciones sostienen que no se puede aplicar en este caso. "Esa ingesta, que no niego, se produjo necesariamente después de asesinarla, no antes como pretende la defensa. Sus efectos son incompatibles con la agresión. ¿Una persona somnolienta es capaz de golpear hasta en treinta ocasiones un cuerpo en movimiento con tanta brutalidad?", planteó la fiscal.

La defensa insistió en que Julio Pardo no recuerda nada de aquella madrugada del 26 de enero, en la que destrozó la cabeza a golpes a su mujer hasta matarla, y que sabía que había "hecho algo malo" porque se lo dijo la Policía al leerle sus derechos. Expuso que "no hay móvil" del crimen, y sobre la mala relación de la víctima con la familia del acusado espetó que "las mujeres se llevan mal con las suegras", recibiendo un abucheo del público que obligó al juez a pedir "absoluto silencio". Rechazó la alevosía, porque a su modo de ver el ataque se produjo "de manera espontánea", una agresión brutal que vincula a "problemas de impulsividad" y de "falta de control" de Julio Pardo por un supuesto trastorno mixto de personalidad, diagnosticados en el último año por dos catedráticos de psiquiatría . "El trastorno mixto de la personalidad afecta a la impulsividad en situaciones de estrés y con ingesta de alcohol no controla su voluntad. Aquí tenemos un enfermo, no un criminal", dijo Félix Guisasola.

De esa patología se habló por primera vez el miércoles. Tanto la Fiscalía como el resto de acusaciones incidieron en que los psiquiatras de la defensa hicieron manifestaciones en el juicio que no vienen recogidas en ese informe. "El trastorno de personalidad es como un cajón de sastre que vale para todo. La pericial psiquiátrica me parece poco seria", dijo la abogada María Martín. "No sé si el acusado tenía la intención de suicidarse, pero es algo característico de la violencia de género", concluyó María Pérez, de Abogadas para la Igualdad.