Las primeras mineras de España fueron avilesinas. Bajaron al pozo en 1835 y en las nóminas de cada mes figuraban los nombres de sus maridos. Esta marginación laboral se mantuvo con el resto de trabajadoras que se incorporaron después, hasta que una de ellas, Concepción Rodríguez, logró que el Tribunal Constitucional reconociese en 1996 el derecho de la mujer a trabajar en la mina. Así lo explicó ayer la extrabajadora de Hunosa Maria Jesús Augusto de Oliveira, que demandó en un abarrotado auditorio de la Casa de Cultura la "dignificación histórica de la mujeres del carbón".

Su padre, portugués, también fue minero. "Se mató en una galería con 33 años. Yo, con siete, acabé en el orfanato minero de Oviedo. Estudié, me casé y me divorcié. Se me planteó entrar en Hunosa y solo pude pensar en el futuro de mi hijo. Dije que sí", resume. Una vez dentro, y pese al logro histórico de Rodríguez, la trabajadora descubrió que muchas injusticias seguían vigentes. "Casi no conozco a compañeras que, tras años trabajando como mulas, les hayan dado una categoría, un puesto de altura. Y sé, sin embargo, de tantos hombres que en tres años ya eran jefes...", lamentó.

La experta tampoco ve el futuro con optimismo. "Este año creo que se van a cerrar los tres pozos que quedan. Políticamente interesa y nosotros no supimos reclamar nuestros derechos en su momento. Algo hicimos mal", sentenció.