Josefina Sánchez y Dolores Cortés entraron al centro de personas sin hogar de Sabugo con una sonrisa de oreja a oreja. Ellas, junto con representantes del Servicio de ayuda a domicilio, acudieron para entregar decenas de bufandas tejidas a mano para echar una mano en el invierno a los "sintecho". "Es un gesto que las honra y que de paso nos vendrá muy bien a nosotros", comentó uno de los usuarios del centro. Natural de Gijón, nunca ha dormido en la calle, aunque sí sabe lo que es pasar frío. Mientras las ancianas colocaban las bolsas donde estaban las prendas, confiesa que está a un mes de entrar en el programa de rehabilitación para librarse de su adicción a la cocaína.

Josefina Sánchez fue una de las 50 personas participantes en esta iniciativa. A sus 71 años, tejer es una de sus grandes aficiones casi al nivel que la lectura. "Siempre me privó leer pero nunca cotilleos, no me gustan las revistas de famosos", comentó. Tiene el pelo canoso envuelto en un peinado moderno y al preguntar por cuándo empezó a coser, lo recuerda, pero no sabe expresarlo. Lo mismo le pasa cuando habla de la ciudad en la que nació, hasta que su hija por teléfono le recordó que fue Cáceres. Josefina Sánchez vive sola y sabe lo que quiere decir pero casi nunca encuentra las palabras exactas. Sólo se muestra segura cuando habla de que hacer esas bufandas "le encantó".

Dolores Cortés fue otra de las ancianas que ayer estuvieron en el centro de personas sin hogar. Cuando tejió su primera prenda, tendría 7 años. Hoy cumple 89. Nació en La Coruña y en su colegio fue la primera de su clase en la asignatura "Labores". "A mí me lleva una tarde coser las bufandas. Éstas quizás un poco más porque me dolía bastante la espalda al hacerlas", expresó.

Chelo Guerra tiene 77 años y aunque llegó tarde al centro de Sabugo, también ayudó en la confección de las bufandas. Se presentó diciendo que "soy muy buena, pero si me pican soy la Revolución Francesa". Automáticamente, añade "tu dame un trapo y yo lo coso". Guerra se diferencia de sus camaradas porque ella también cose a máquina, mientras que el resto lo hace con los aparejos tradicionales: agujas de punto colocadas debajo de los sobacos y pericia.

La mujer también se apuntó a otra de las iniciativas de Azvase, la empresa concesionaria del servicio de ayuda a domicilio de Avilés. Colaborando con la Asociación Rey Pelayo para personas con discapacidad intelectual, elaboraron unos cojines en forma de corazón para que las mujeres con cáncer de mama se los coloquen en las zonas más doloridas. A parte de las bufandas de ayer y de los cojines, el servicio de ayuda a domicilio también involucra a personas de la tercera edad en obras de teatro y en talleres de informática. Todo para crear una vejez activa. De momento, Josefina Sánchez y Dolores Cortés se fueron del centro de Sabugo como entraron: con una sonrisa de oreja a oreja.