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CARLOS JAVIER FRANCISCO | Coordinador de operaciones de Médicos Sin Fronteras

"Parte de la sociedad cree que los refugiados llegan a Europa por placer y ambición"

"Empezamos a mirar a estas gentes cuando trataron de cruzar nuestra frontera, pero sus guerras vienen de antiguo"

Carlos Javier Francisco, ayer en Avilés. MARA VILLAMUZA

El avilesino Carlos Javier Francisco Cabello, coordinador general de operaciones de Médicos Sin Fronteras en Siria -y anteriormente en Sierra Leona, República Democrática del Congo, República Centroafricana, Libia y Angola-, está de regreso en su ciudad para participar en el ciclo de ponencias de la Universidad de Oviedo "Próximo / Lejano", que tendrá lugar esta tarde, a las 19.30 horas, en el Centro de Servicios Universitarios. Su charla, titulada "Salud con fronteras", se acompañará también de la exposición "Testigos del olvido", que incluye fotografías de Juan Carlos Tomasi y textos de los periodistas Martín Caparrós, Laura Restrepo, Santiago Roncagliolo y Manuel Rivas. La muestra se presentará en el mismo centro, hoy, a las 12.30 horas.

- ¿Cuáles son las fronteras de la salud?

-En Médicos Sin Fronteras pronto te das cuenta de que, en realidad, la frontera geográfica no es tan relevante. Una vez allí, en el sitio conflictivo que sea, lo que nos preocupa es qué gente puede acceder a un cuidado médico y quién se queda fuera. Hablo de la salud con fronteras porque no siempre podemos llegar a todos, ni siquiera dentro del país.

- En Siria, de hecho, una de las tónicas diarias es bombardear hospitales.

-Sí, es una técnica bélica y estratégica muy típica allí. Eso provocó todos los desplazamientos a Europa y los países limítrofes con Siria. No les quedó más remedio, no tenían nada.

- En Europa, se ve la crisis migratoria como algo relativamente reciente.

-Empezamos a mirar a esta gente cuando algunos de ellos trataron de cruzar la frontera, la nuestra, la que nos parece importar tanto. Pero en la República Democrática del Congo o en Libia lleva habiendo problemas desde mucho más antiguo.

- ¿Cómo ha reaccionado la Unión Europea ante estos desplazamientos?

-Pues mal. Está siendo vergonzoso. Europa, ante un drama humanitario, ha decidido cerrar fronteras, pagar a Turquía para que haga nuestro trabajo sucio, hacer promesas de acogida que no se están cumpliendo...

- ¿Es culpa de la Unión Europea o de la sociedad de sus países en general?

-Somos responsables en el sentido de que nosotros elegimos a nuestros representantes políticos. De una manera u otra nosotros condicionamos las decisiones que se toman. Estoy hablando en temas muy generales, pero sí que parte de la sociedad cree que los refugiados llegan a Europa por placer, por la ambición de tener más dinero y un trabajo. Y no, esta gente viene aquí huyendo de una guerra que ellos no pidieron.

- Y pese a esa falta de empatía, parece que causa más conmoción ver a refugiados sirios que a migrantes africanos.

-Eso es muy curioso. Y yo siempre digo que, según lo veo yo, eso se debe a que los sirios son blancos. Suena a que estoy llamándonos a todos racistas, pero es que es un factor biológico. Cuando más próximo nos resulta algo, más nos importa. Un ciudadano de a pie ve a un niño sirio y se puede parecer a su hijo o a su sobrino. Un niño africano no.

- Suena muy triste eso.

-Tal vez lo sea. Lo ideal sería que nos viésemos los unos a los otros como las personas que somos. Pero nos hemos acostumbrado al drama de África. Eso sí que es triste.

- ¿Pasó la crisis económica factura a Médicos Sin Fronteras?

-Nos temimos lo peor en su momento. Pero, mira, no. Y por eso yo todavía tengo mucha esperanza y creo firmemente que la mayoría de la gente sí que quiere solucionar todo eso. Durante los últimos diez años las donaciones privadas no dejaron de subir.

- ¿Y existe verdaderamente una solución para todo esto?

-Insisto en que nosotros podemos elegir a nuestros representantes políticos. Más allá de eso, creo que se podría mitigar todo el drama de los refugiados con un poco de visión global.

- España no es un ejemplo de empatía con las migraciones, según las estadísticas.

-Las alambradas de Ceuta y Melilla lo dicen todo. Habíamos aceptado acoger a unos 18.000 refugiados, que es una cifra insignificante en comparación con los que ha acogido ya Turquía, por ejemplo, y no hemos llegado ni al 10 por ciento...

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