El cura Ceferino Suárez lleva una década en Illas y los vecinos de La Peral no se han olvidado del aniversario: le han regalado un libro en blanco para que resuma estos diez años y los que están por venir. Suárez sólo cosecha simpatía. "Es normal, es, sobre todo, una gran persona", recalcó ayer el alcalde de Illas, Alberto Tirador, ayer en el centro social de La Peral.

"La más alta distinción de este municipio ya la tiene. No podemos hacer más", añadió. Pero se equivocaba: coincidiendo con la celebración de las Candelas, los vecinos de La Peral quisieron rendir homenaje a un cura singular que dejó Madrid por Illas y que sigue manteniendo el aire de buenaventura que expelía en su juventud, en el barrio ovetense de Guillén Lafuerza. "Wenceslao López, el alcalde de Oviedo, me decía que su madre le pedía que se pegara a Ceferino, que le daba seguridad. Wenceslao y Ceferino crecieron juntos en el barrio más pobre de todos los barrios pobres de la capital", añadió Tirador, el encargado de abrir una fiesta que había quedado medio muerta y que Suárez se encargó de hacer reverdecer junto a vecinos de la localidad. "Fue el primer presidente de la asociación de las Candelas", subrayó Esther Álvarez, su sucesora, la encargada de organizar la segunda fiesta peraliega.

Y es que la primera es la de San Jorge, en verano. "Esta es el 2 de febrero. Si no cae en domingo, la trasladamos al más cercano", aseguró Álvarez. La fiesta sigue los derroteros marcados por el poeta Marcos del Torniello, que escribió un poema en el que cuenta su viaje a Illas, el encuentro con los vecinos y con la nieve. Y hasta con un tal Alberto que le antecedió en el uso de la palabra. "Ese Alberto no soy yo", bromeó Tirador, que se encargó de comentar el poema del clásico avilesino. "Y ese cura tampoco soy yo", añadió Suárez, conmovido por el abrazo de sus parroquianos, mientras desenvolvían las bandejas con las empanadas, las tortillas y las galletas. "Estaba haciendo mi tortilla mientras pensaba qué decirle a don Ceferino", confesó Álvarez poco antes de tomar la palabra en el centro social de La Peral, una infraestructura que ayer también se inauguró con la promesa de "darle más vida".

La fiesta de las Candelas se celebra sólo un día. Ceferino Suárez fue el encargado de presidir el oficio religioso en la parroquia de la localidad illense. Mientras tanto, otros vecinos disponían todo para el banquete al que se esperaban más de un centenar de personas. "Esto es, sobre todo, una comida de hermandad. Todos aquí somos familia y se nota", destacó Álvarez. Y esa sensación fue la que se vio desde el primer momento, con la llegada de los vehículos, con el paseo de los vecinos desde el patio de la iglesia y hasta el centro social, en los bajos del antiguo cuartel de la Guardia Civil, que es el edificio más singular de la localidad. "Antes había baile", destacaron algunos vecinos, que celebraron la recuperación del festejo que recupera la luz, en el tiempo de las nieves.