Avilés es plaza segura. Lo sabe bien Carlos Goñi que no hace mucho llenó hasta la bandera el teatro Palacio Valdés y que ayer hizo lo mismo en el Centro Niemeyer, que acogió el primer tiro del año de "Revólver", que ahora ha elegido ser contenido, desenchufado, como hace un cuarto de siglo, cuando publicó su primer "Básico", pero con la experiencia que da la edad. Lo demostró anoche.

La década de los noventa fue la de la vuelta a las esencias tras los años locos de la nueva ola y Goñi salió airoso de aquella marea. Se vio en Avilés, donde rehizo su disco más clásico añadiendo éxitos como "San Pedro", "El Dorado" y tantos otros temas que parecen que se han quedado grabados en las memorias de cuantos le persiguen cada vez que recala en Asturias o en Avilés. La penúltima vez, además, de sorpresa, para acompañar a José Manuel Tejedor, músico y amigo para el veterano artista.

El concierto de anoche fue en clave tres: con Goñi en el centro de la escena. Lo principal fue sacar música de su guitarra. Eso, dijo, es lo que más le hace disfrutar de su trabajo. Había prometido un concierto de largo recorrido -el disco original, el "Básico", hubiera dado para cincuenta minutos-, pero el abanico fue más amplio y el aire, más fresco. Goñi se entrega en cada concierto como si fuera el último de los suyos. Esto es algo que valoran los que compran la entrada para escucharle o volver a verlo sobre la escena. Los de ayer fueron casi un millar. Habían agotado las entradas hacía días.

"Lo que mola es que te llamen de nuevo. Todas las noches salgo a trabajar y todas las noches me despiden. Lo que esperas es conseguir que repitan, que confíen en ti, que te vuelvan a llamar", explicó el cantante a este periódico. Dadas las circunstancias, la de ayer no será la última vez que el músico madrileño vuelva a la ciudad "Revólver" en mano.