Los ladrones de poca monta se ceban con los bares de la comarca. El Pleamar, en la intersección de las calles de Cervantes y Sabino Álvarez Gendín, ha sido objeto del último robo de este tipo. Según ha podido saber este periódico, su autor rompió una luna con una gran piedra con la que logró abrir un hueco suficiente para acceder al local. Después, se cortó y dejó un charco de sangre junto a la barra.

Con la misma piedra destrozó la máquina tragaperras con la intención de desvalijarla. Se da la circunstancia de que el martes pasado habían recogido su recaudación. "El premio mayor es de 500 euros. No tendría más que eso", señaló la propietaria del local, aún con el susto en el cuerpo, tras comprobar los destrozos.

Un testigo vio rondando el bar a un hombre de unos cuarenta años con una barra de madera o metal. Iba encapuchado. Este es el hombre que la Policía tiene en el punto de mira. La frecuencia de los asaltos a los bares es tan alta y los presuntos cacos tan pocos que su captura se hace a menudo dificultosa.

Más en un caso como el de antes de anoche, cuando el presunto autor del delito dejó su sangre como seña de identidad. Y es que el hombre no hizo nada para detener la hemorragia (tenía servilletas al alcance de la mano). Por eso, formó un gran charco a las puertas de la cocina. La caja de la máquina fue descubierta en La Magdalena, por donde se presume que escapó. La Policía sigue la pista de este hombre y no descarta que haya participado en otros robos en establecimientos durante los últimos meses.