"Parece un barco pirata, me encantó. Las habitaciones están cerradas, como si fueran cárceles", comentaba ayer entusiasmado y de la mano de su abuelo Aurelio García el pequeño Samuel Carballo, uno de los muchos pequeños que gozó de la visita de la goleta "Atyla" en Avilés. Se trata de un buque escuela en el que navegan ocho tripulantes y dieciséis aprendices que durante una semana reciben no solo nociones de marina, sino también de liderazgo. "Atyla" amarró en el puerto deportivo a última hora tarde del miércoles procedente de Bilbao y varias horas más tarde de lo previsto por el mal tiempo, un retraso que obligó a suspender las visitas previstas para su primera jornada en Avilés. Finalmente, abrió por la mañana sus puertas al público y no defraudó.

"Es muy chulo, lo que más me ha gustado es un libro sobre la construcción del barco", afirmó Alma Bedia, ovetense de ocho años, que visitó el navío junto a su hermana Luján y sus padres Alberto Bedia y Beatriz Marcos. "No es que seamos aficionados a la náutica pero sí que nos gusta visitar los veleros que vienen por aquí. Ya estuvimos en el 'Creoula' y en el buque escuela ruso que también vino a Avilés (el 'Kruzenshtern'). Las niñas siempre quieren hacerse la foto en el timón", apuntó el progenitor.

Pero no solo los más pequeños disfrutaron con la escala avilesina de "Atyla". Entre las decenas de personas que hicieron cola durante la mañana para acceder al buque se encontraban numerosos turistas, entre ellos, la leonesa Reyes Moro, que está pasando la Semana Santa en Cudillero. "Somos de interior y nos gusta la mar. El año pasado aprovechamos un viaje a Cádiz para visitar otro buque escuela. Aprovechamos que estamos aquí y que venía este velero para venir a verlo, nos ha gustado", apuntó.

La Fundación Barco Escuela "Atyla" es una organización sin ánimo de lucro dedicada a proporcionar educación de aventura a personas de diferentes edades y nacionalidades. Cada año navega por diferentes países en viajes de una o dos semanas. Los participantes, mayores de 15 años, pueden aprender a navegar mientras desarrollan habilidades como liderazgo, responsabilidad medioambiental, trabajo en equipo y espíritu crítico gracias a un programa de "coaching". "Barcos escuela hay muchos, pero el nuestro el único con programa de coaching", sostiene Alfonso Garzón, director de operaciones.

El proyecto se financia con lo que pagan los aprendices por los viajes y alquilando la goleta para viajes de empresa. "Aquí todo el mundo es tripulación y los aprendices participan en todas las labores del barco, ponen velas, organizan, limpian. Todos los días hay talleres de aprendizaje de navegación y de desarrollo personal con un coach", añadió Garzón, que prepara ya el regreso a Bilbao.

El madrileño Guillermo Álvarez, programador de raíces asturianas que trabaja en Berlín, es uno de los aprendices de esta aventura. "Me pareció interesante porque compagina el turismo de aventura con el coaching. En mi trabajo estoy a cargo de un equipo y me viene muy bien el trabajo sobre liderazgo", explicó. Este es su primer contacto con la navegación y está encantado. "Soy de los pocos que no se ha mareado. Esto es como estar en una montaña rusa las veinticuatro horas. Estoy deseando salir otra vez hacia Bilbao para poder desplegar las velas, en la travesía hacia Avilés el viento venía todo el tiempo de proa", añadió. Las suyas son unas vacaciones en un barco pirata inspirado en las goletas del siglo XIX.