Hubo agua hasta el final. La Semana Santa de 2018 se cierra como una de las más lluviosas de los últimos años y hasta la última procesión, la de la Resurrección, estuvo pendiente del cielo hasta el último minuto. Cuando apenas quedaba una hora para su inicio, las preicipitaciones irrumpieron de nuevo para desesperación de los cofrades de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, de San Pedro y de Nuestra Señora de la Soledad y de la Santa Vera Cruz. Finalmente, el cielo dio una tregua y se pudo desarrollar la ceremonia de Despedida de Jesús Resucitado de Su Madre y del apóstol Pedro.

El mal tiempo obligó a cancelar la mitad de las procesiones esta Semana Santa, entre ellas, dos de las más populares y multitudinarias: la de La Borriquilla y la del Santo Encuentro del Miércoles Santo. El Viernes Santo hubo una de cal y otra de arena. La mañana soleada permitió que se desarrollara la Tamborada. Los redobles de tambores y bombos de las cofradías resonaron durante quince minutos en la plaza de España, un estruendo que simboliza el temblor de la tierra al morir Cristo y que congregó a cientos de curiosos.

También fue multitudinaria la ceremonia del Desenclavo. Cientos de personas siguieron el sermón que pronunció José Antonio González Montoto, director de la Casa Sacerdotal de Oviedo, en la campa de San Nicolás de Bari. El viento y la lluvia amenazaron con deslucir la procesión del Santo Entierro. Pero las nueve cofradías desafiaron al tiempo y cumplieron con un desfile que, por momentos, pareció heroico. Los "sanjuaninos" se llevaron aplausos por su "baile" de San Juan y ovaciones en el momento del saludo al Cristo yacente y a la virgen de Nuestra Señora de los Dolores, La Dolorosa.

Hubo aguaceros y regresaron cuando la Virgen de La Soledad se disponía a recorrer el barrio de Sabugo. El paso salió de la iglesia de Santo Tomás y tuvo que tomar rumbo hacia la calle Cuba para resguardarse en el patio de la casa parroquial, entre las lágrimas de algunos cofrades. Nada más salir a la intemperie, las decenas de velas que iluminan la imagen se apagaron. Cientos de personas siguieron el paso, que representa la soledad de la Virgen recordando los tormentos padecidos por su hijo y la espera de su Resurrección, y el sermón de Francisco Blanco Martín, provincial de los Misioneros de los Sagrados Corazones. El coro parroquial emocionó a los asistentes con la Salve Marinera y la Estrellas de Los Mares. Y también hubo ovación.