La Venia promete buena pesca. César Rodríguez, el abanderado de la tradicional procesión luanquina, logró hacer bailar el pendón tres veces sin que éste tocase la arena de la playa de La Ribera, que desde al menos una hora antes, se había llenado de devotos con ganas de ser testigos de una de las procesiones más singulares del calendario asturiano.

La Virgen del Rosario, cubierta con un velo negro, y su séquito descendieron a la arena precedido del abanderado. A la vez, llegaba el Cristo acompañado por otro séquito -este oficial-. El encuentro de las dos imágenes se vio seguida de tres genuflexiones de los costaleros del Hijo.

Ahí cobró protagonismo el abanderado que, al no pisar la arena con el pendón, consiguió vaticinar, según la tradición, prosperidad para la próxima campaña de pesca.