La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las perlas de la cantera tenística avilesina

El Real Club de Tenis Avilés mima a una generación de jóvenes con gran proyección y que encabezan Nicolás García, Yago Granda y Pablo Fernández

Los integrantes de la escuela de tenis de San Cristóbal. RICARDO SOLÍS

A la salida de las pistas del Real Club de Tenis Avilés hay un cartel que dice: "El éxito es la suma de tus pequeñas acciones". Ese lema resume a la perfección la trayectoria de Nicolás García, Yago Granda y Pablo Fernández, tres de los tenistas con más proyección del panorama avilesino. Su trayectoria es un compendio de sacrificios y éxitos. Bien lo sabe el primero de ellos, actualmente el número dos de la región en un deporte con quinientas licencias. También sus compañeros, que tras haber sido campeones de Asturias en categoría en la categoría cadete miran de reojo el título de juveniles que se dilucidará el próximo 30 de abril.

"Procuro jugar cometiendo los menores errores posibles", explica García, que a sus 19 años habla y gesticula de forma pausada. Quizás porque aunque joven, sabe la cantidad de sacrificios que ha hecho para llegar a donde está, tal y como atestiguan las ampollas que tiene en su mano. "Las llagas en la manos y en los pies son habituales. Es raro el día que no juegas con dolor. Tienes que aguantar", afirma mientras sus dos compañeros, Granda, de 18 años, y Fernández, de 16, asienten con la cabeza.

"Este deporte, actualmente, es complicado. Antes que tenista hay que ser atleta", indican los tres. "Fuera de Asturias te encuentras verdaderas bestias en cuanto al físico", explica Granda, que el próximo mes de septiembre iniciará sus estudios, gracias al tenis, en Estados Unidos, en el New York Institute of Technology, después de haber dejado una buena cosecha de títulos regionales: campeón infantil en 2014, campeón cadete en 2016 y semifinalista en el absoluto del año pasado. "Ir a América suele ser una gran salida. Es a uno de los grandes premios que podemos aspirar por jugar. Son increíble los medios que hay allí. Están lejos de España y quizás de Europa", comenta García.

Ese parece ser también el destino de Pablo Fernández. A sus 16 años, estudia Bachiller Tecnológico en el San Fernando. Es extremadamente seguro de sí mismo, cuestión que procura trasladar a la tierra batida. "Nunca me pongo nervioso. Siempre estoy confiado de mis posibilidades, sobre todo a la hora de cerrar los partidos", confirma. Esa confianza en su juego se puede deber también a que fue campeón de Asturias cadete en 2017, subcampeón en 2016 en la misma categoría, segundo en infantiles en 2015 y en alevines en 2013. Su entrenador, Víctor López, le augura un buen futuro: "Puede ser campeón juvenil".

Víctor López juega un papel importante en las vidas de los tres jóvenes y prometedores tenistas. "No es un entrenador cualquiera", asevera García. "Es casi como un segundo padre", le define Granda. "Hace cosas que a veces te sorprenden", añade Fernández. "Es que no es un entrenador normal. Es grande dentro de la pista pero también fuera. No todo el mundo va por cuenta propia a acompañarte a torneos donde él no te va a dirigir", piropea Nicolás García sobre una figura que dentro de la entidad tenística avilesina es toda una institución.

A pesar de sus éxitos, el futuro en el mundo de tenis se antoja complicado para estos chavales, al menos de cara a labrarse una carrera profesional. Nicolás García, número dos de la región, ve lejos poder subir a lo más alto del escalafón. "Roberto Menéndez -el número uno- sigue estando muy lejos", admite. "Para ser profesional de esto tienes que tener mucho dinero. Ir a un torneo te puede costar 800 euros de alojamiento, y ayudas hay pocas. Multiplica ese dinero por 30 torneos que se pueden disputar en un año", lamenta el jugador, que compitió recientemente en el campeonato de San Sebastián, siendo eliminado en primera ronda.

A pesar de todo, no hay desánimo y las horas de entrenamiento se cumplen a rajatabla. "Actualmente, estoy repitiendo segundo de Bachiller con tres asignaturas; la verdad es que este deporte me quita mucho tiempo", afirma García. Pero dentro del club no todo es tenis. Bien lo sabe Pablo Fernández, un verdadero experto de otro deporte de raqueta a pequeña escala, el de mesa. "Sobre todo los viernes, después del entrenamiento, le suelo dedicar dos o tres horas. A veces estoy en casa, me aburro y vengo a echar unas partidas", comenta, delante de sus compañeros, que no dudan en catalogarlo como el mejor jugador de la escuela en esa modalidad deportiva. Pablo García es el único que objeta: "Bueno es un poco peor que yo", finiquita en tono bromista.

Compartir el artículo

stats