Los cinco detenidos por la trifulca familiar registrada el martes por la noche en Salinas, que acabó a palo limpio, aseguraron ayer ante la jueza que fueron objeto de "una encerrona". Defendieron que son ellos las víctimas de la situación y anunciaron que presentarán denuncia por las lesiones que sufrieron en el altercado, explicaron fuentes próximas al caso. Los cinco (tres varones y dos mujeres) quedaron en libertad con cargos tras declarar ante la titular del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 4 de Avilés. El sexto detenido, menor de edad, está a la espera de citación por la Fiscalía de Menores.

Los arrestados llegaron minutos antes de las 10.30 horas en un furgón (ellos) y en un coche de la Guardia Civil (ellas), entre fuertes medidas de seguridad. En las puertas de los juzgados se congregaron durante toda la mañana familiares de los implicados, a la espera de noticias. Hasta cuarenta personas hicieron guardia ante el palacio de justicia avilesino, y en medio de la expectación vecinal y de los funcionarios.

La jueza de guardia empezó a tomar declaración poco antes de la una de la tarde a los detenidos, que el día antes habían rechazado hablar a la Guardia Civil. Denunciantes y denunciados son todos miembros de una misma familia y la mayoría residen en Lugones y en la comarca avilesina.

El martes por la noche habían quedado supuestamente para hablar y resolver un conflicto familiar en Salinas. Pero acabaron a palos. La violenta trifulca alarmó al vecindario. "El patriarca había hablado con todos ellos para llegar a un acuerdo por un conflicto en la familia y los otros no lo respetaron. Ellos (los detenidos) defienden que fueron los que presentaron la denuncia quienes les atacaron a ellos", explicaron fuentes próximas al caso.

La Policía Local de Castrillón localizó en el lugar de los hechos, en la calle Doctor Carreño de Salinas, un machete y dos bastones de madera. Los detenidos, que no tienen antecedentes policiales, aseguraron a la jueza que "las armas las llevaban los otros". Los investigados, ya libres pero con cargos, salieron del juzgado casi a las tres de la tarde. Allí les esperaban decenas de familiares. La jornada de cinco horas acabó con abrazos.