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La Figura De La Semana | JOSÉ MARÍA MURIAS | PÁRROCO DE SANTA BÁRBARA DE LLARANES

El sacerdote que apuntaló en Llaranes la solidaridad

El cura que lidera el compromiso del barrio con Guatemala pide el relevo tras dos décadas al frente de la parroquia

José María Murias, en el entorno de la iglesia de Llaranes. MARA VILLAMUZA

José María Murias (Trabada, Villayón, 1946) no lo oculta: "Estoy mal". Está aquejado de dolencias cardíacas, pulmonares y vasculares. "He pedido la sustitución. O que venga alguien a ayudarme o ayudar a alguien que venga", señala. Camina ayudado por un bastón, duerme regular... "Gracias a que estoy en esta parroquia, en Llaranes, trabajo más o menos. Me hacen más fácil la vida", dice.

Lleva veinte años en Santa Bárbara, el núcleo del que irradia cada año la Semana Solidaria de Llaranes. La próxima edición -la número dieciséis- echa a andar el próximo 23 de abril. "Empezamos con media jornada, luego fue un día completo. El tercer año dedicamos tres días. Desde la cuarta edición, una semana entera", señala el sacerdote, que cambió el frío de la buhardilla del antiguo seminario de Covadonga por el calor que se gana en el hogar de la solidaridad, que frecuenta desde hace cuarenta años y que ha conseguido expandir por todas las esquinas el barrio más comprometido, participativo y organizado de Avilés.

El sacerdote espera en la explanada del templo que dirige desde hace dos décadas. "Nací en la parroquia de Ponticiella, en Villayón. Había un cura -José Ferreira- que, en cuanto veía a un chaval un poco espabilado y a la familia con un algo de dinero, proponía mandarlo a estudiar al Seminario. Entonces, estudiar era hacerlo en el Seminario: los institutos más cercanos estaban en Avilés y en Oviedo", cuenta Murias, que fue ordenado por Gabino Díaz Merchán en 1970. "Tenía 24 años", subraya. "Ponteciella fue la parroquia que más curas dio a la diócesis. Por el cura y por el maestro, que se llamaba José María Rodríguez; un maestro que abría su escuela a las nueve de la mañana y la cerraba a las once de la noche después de haber dado clase a los chavales y a los que querían emigrar", sentencia. "Cuando era niño, los que se iban elegían América; los de mi edad marcharon para Centro europa", añade.

Y, sin embargo, Murias se quedó en Asturias. Estudió en Covadonga. "Dormíamos donde está ahora la Escolanía. Entre octubre y marzo no daba el sol; había nieve, hielo...", apunta. "Pero eso fue en primero. Terminé los estudios en Oviedo", aclara. El frío de Covadonga y, antes, el de Valdediós, ha marcado las vidas de muchos curas asturianos. A la vocación h religiosa había que sumar las dificultades del día a día.

La carrera de párroco de Murias es larga. "Tenía veinticuatro años cuando empecé", dice. Ya va por los setenta y dos. Estuvo en Somiedo, en el valle del Pigüeña y en Villar de Vildas; de coadjutor de Ángel Garralda en San Nicolás de Bari; en Molleda, en Villalegre y desde 1996, en Llaranes. "En 1980 me dio un infarto. Me operaron en el Gregorio Marañón. En 1990 el bypass se obstruyó de tal modo que no podía resvasculizarse, así que me concedieron la invalidez absoluta. Lo que sucede es que unos años después me sentí mejor y don Gabino me mandó a Llaranes. Le dije que era una parroquia muy grande para mí. Me dijo que si no podía, regresaría a Villalegre".

No hizo falta y Murias ya es de Llaranes de toda la vida, como los curas que "hermanaron" a su pesar el poblado con Guatemala: José Antonio Álvarez y Marcelino Montoto. "Los dos, cuando el asalto a la embajada española, sufrieron el acoso de los guerrilleros. Durmieron tirados en el suelo, huyendo de las balas. Los repatriaron a España, pero después hubo 200.000 refugiados en México, un genocidio encabezado por Efraín Ríos Montt. Esto se juntó con el trabajo de Jorge Martínez, un cura asturiano que colaboró con el movimiento obrero, que decidió quedarse. Fundó la iglesia guatemalteca en el exilio. Con todo eso nació el Colectivo de Solidaridad con Guatemala", cuenta. La primera presidenta del colectivo fue Adelaida Brañas.

Llaranes -"gracias al Ayuntamiento", aclara-, ha mandado a Guatemala cerca de medio millón de euros. "Desde que llegó la crisis también nos volcamos con los pobres del barrio. El terreno está abonadísimo para la ayuda colectivo. De ahí nació el Grupo del Tercer Mundo de Llaranes", señala el sacerdote, que está cansado, pero no de ayudar.

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