El pixueto encausado por exhibicionismo, que ayer se sentó en el banquillo de los acusados del Juzgado de lo Penal 2 de Avilés, reconoció ante el juez haberse masturbado en una finca de Lamuño (Cudillero) el 1 de enero de 2017, pero negó que lo hiciese ante cuatro menores. Dijo que a quien estaba mirando era a una mujer, supuestamente, la abuela de los pequeños. La acusación particular, ejercida por la familia de los niños (tienen entre tres y ocho años), pidió al magistrado que condene a T. I. G. a un año de prisión, al pago de una indemnización de 2.000 euros por daños morales y a la prohibición de acercarse a 500 metros de los menores durante dos años.

Un guardia civil que declaró como testigo, y que acudió a la finca el día de los hechos, explicó que el acusado "no negó en ningún momento que se había masturbado delante de los niños". "Cuando estaba hablando con él, llegó su mujer. Expuso que ya había hablado con él y no se sorprendió, dijo que era habitual", declaró. Otro agente, que además es padre de dos de los pequeños, señaló que, cuando llegó al lugar T. I. G., "se estaba colocando el pantalón": "Me pidió perdón, me dijo que iba a un médico, que estaba enfermo y me reconoció los hechos en todo momento". Según el relato de los familiares, una niña les comentó que "un señor" les dijo que acercasen a él y acto seguido "se tocó la zambomba". Otro pequeño afirmó que el hombre "empezó a mover el palo".

La Fiscalía elevó a definitivas sus conclusiones provisionales. La representante del Ministerio Público ve probado que sobre las 14.00 horas del día de Año Nuevo de 2017, en una finca de la localidad de Lamuño (Cudillero), el acusado comenzó a masturbarse en dirección a la parcela colindante, donde había menores de edad jugando. Los niños lo observaron. El acusado mantuvo su conducta pese a que fue recriminado por la abuela de los menores, según el mismo relato.

El Ministerio Fiscal considera que estos hechos constituyen un delito de exhibicionismo y solicitó que se condene al acusado al pago de una multa de 18 meses con una cuota diaria de 12 euros (6.480 euros), junto con el pago de las costas procesales. La acusación particular, a cago de la letrada Sabina Quirós, incidió en que su principal objetivo es "conseguir la orden de alejamiento" puesto que "el acusado reconoció a la Guardia Civil que no se podía refrenar habiendo menores delante. Masturbarse delante de un niño es delito", incidió.

El abogado defensor, Juan Carlos Chamero, pidió la absolución. "Se masturbó mirando a la abuela, no a los niños", aseveró el letrado, que también sostuvo que su cliente padece un trastorno bipolar por el que está a tratamiento desde hace años. Las acusaciones apelaron en el juicio a un informe forense que concluye que el acusado "es plenamente consciente de los hechos que realiza".