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PABLO CASTAÑÓN | Actor, protagoniza "Cuerdas" el sábado en el Centro Niemeyer

"Hay que saber llevar la profesión de actor, tienes que aprender a esperar por el trabajo"

"Ser Pedro Menéndez en el espectáculo de calle fue para mí como un 'flash back', una vuelta a los comienzos de mi carrera"

El actor Pablo Castañón, en la plaza de España de Avilés. MARA VILLAMUZA

Pablo Castañón (Mieres, 1977) es uno de los tres protagonistas de "Cuerdas", el espectáculo que programa este próximo sábado (20.30 horas) la sala club del Centro Niemeyer y del que no quedan ya entradas a la venta. Castañón es un actor de largo recorrido que se inició en la profesión contando cuentos por los bares y debutó de manera profesional hace trece años, cuando se estrenó en el teatro Palacio Valdés "El cartero de Neruda". El actor asturiano que trabajó en series tan conocidas como "El secreto de Puente Viejo" o "Amar es para siempre" conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

- ¿Cómo llega a "Cuerdas"?

-La obra es de Bárbara Colio. La conocí porque me la había pasado Héctor González, que es uno de los actores de la función. A él le llegó a través del otro actor: Miguel Rascón. Rascón es el que había estado investigando textos. Ellos vieron que había un personaje con el que yo podía encajar. Ellos son los de "La Kimera Teatro", la compañía que produce la función. Me encantó la propuesta. Y ya está.

- ¿Qué tenía "Cuerdas" para devolverle al teatro?

-Era un momento de funciones generaciones. Tiene algo semejante a "Arte", de Yasmina Reza; es un obra para tres hombres. Somos tres hermanos. Tenía recorrido, era muy atractiva para nosotros, los actores, pero también para los espectadores.

- Y se van al Lara.

-Eso es. Presentamos el proyecto y nos dieron el visto bueno, así que nos pusimos a adaptarla para el espacio que íbamos a tener. Íbamos a estar en Madrid y teníamos por delante los posibles bolos que nos pudieran ir saliendo.

- ¿Y cómo va la cosa?

-Venimos de estar tres días seguidos en las islas Canarias, ahora, en marzo. Estuvimos en Castilla y León, en la sala madrileña Arte y Desmayo. En Madrid quedan pocas funciones: la vida del espectáculo corre ahora por otros derroteros. Por bolos como el de este sábado, en el Niemeyer.

- Usted se ha sumado a "La Kimera".

-Sí, como actor colaborador. La compañía, la producción corre a cargo de Héctor González y Miguel Rascón. Ellos ya habían montado "Bajarse al moro", de Alonso de Santos, y alguna cosa más. Juanma Gómez, el director, y yo nos hemos sumado posteriormente al proyecto, pero de manera completa: ayudando en lo que pueda para que la función se pueda ver cuantas más veces mejor; en labores de carga y descarga...

- El teatro no parece la mejor manera de hacerse rico.

-Desde luego que no. Lo único es que nos podremos hacer ricos de alma.

- Lleva muchos años como actor. ¿Es una buena profesión?

-Hay que saber llevarla: cuando tienes trabajo y todo tira, fenomenal, pero luego viene lo de aprender a esperar. La profesión de actor da muchas satisfacciones, sobre todo a la hora de crear personajes, que es lo que de verdad me gusta: en eso la profesión es perfecta. También lo es cuando te toca vivir otras vidas. No estoy para el mismo trabajo todos los días.

- ¿Qué le aporta el teatro que no encontró en la televisión?

-Lo más importante es el proceso de creación, los ensayos... En la tele también los hay, pero son cortos, muy cortos. En el teatro es posible emprender una investigación para determinar cómo tiene que ser el personaje. Todo eso y también la inmediatez del público. Todo eso hace que todos los días parezcan igual y que, a la vez, sean distintos. Es el reto de esta profesión.

- ¿Dónde le podemos ver?

-De momento, en "Cuerdas". A corto y a largo plazo. Estoy muy involucrado en ello.

- Vamos atrás, a sus comienzos.

-Vayamos.

- Contaba cuentos en los bares de Avilés.

-Son buenos recuerdos. Eso, los cuentos, pero también los trabajos que hice para Pilar Murillo o para José Rico. También las colaboraciones en "Cabriola". Fíjese, el año pasado me llamó Rico para el espectáculo de Pedro Menéndez, el del alistamiento por la calle. Aquello fue para mí un "flash back", una vuelta a los comienzos. Me vinieron a la mente, por ejemplo, el tiempo que pasé en Lord Byron, en el Palacio Valdés. Todo aquello.

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