La Revolución Industrial marcó un antes y un después en la forma de producir a gran escala y desde entonces sucesivas "revoluciones" más silenciosas y siempre impulsadas por el desarrollo tecnológico han ido modificando el modo en que las empresas combinan mano de obra, máquinas y materias primas para obtener productos comercializables. El siglo XXI alumbra una nueva revolución, en palabras del flamante coordinador mundial de I+D de Arcelor-Mittal, el ingeniero gijonés Nicolás de Abajo, que se caracteriza "por ser imposible de frenar y para nada silenciosa". Ese será, precisamente, el campo de trabajo del hasta ahora máximo responsable de I+D de Arcelor en Asturias y el País Vasco: anticipar el futuro y dotar a la compañía de las herramientas y los conocimientos necesarios para mantener su competitividad o ampliarla si eso es posible.

Tantos cambios están en marcha y a tal velocidad que el concepto tradicional de industria, la que lleva el marchamo del siglo XX, "está obsoleto" y superado, según aseguró De Abajo en declaraciones a este diario con motivo de su nombramiento, por otro "basado en la implantación de la tecnología de procesos, la digitalización, la inteligencia artificial, el big data, la recuperación de los subproductos, la eficiencia energética, el respeto ambiental, la nanotecnología y los nanomateriales y la entrada en escena de realidades como la impresión en tres dimensiones".

La herencia industrial. Que la industria haya de adaptarse a nuevos entornos tecnológicos no implica tener que renegar del pasado, antes al contrario. Nicolás de Abajo quiere pensar que detrás de su elección como coordinador mundial de los centros de I+D de Arcelor "hay un sedimento, muchas generaciones de personas que convirtieron a Asturias en el referente industrial que es hoy; fruto de esa cultura fabril, hay mucho talento en las fábricas, una gran diversidad de conocimientos, una estructura formativa altamente competente y un entorno de trabajo muy motivador..." En dos palabras, un "entorno favorable" para el desarrollo industrial.

Asturias y el nuevo escenario. Nicolás de Abajo cree que dejará a su espalda, cuando el 1 de julio próximo estrene el cargo de coordinador de todos los centros de I+D de Arcelor, una maquinaria científica muy bien engrasada. "Los caminos de innovación que la siderurgia asturiana se ha propuesto seguir están trazados y se camina a buen ritmo por ellos", asegura la persona que, precisamente, tuvo la responsabilidad de desbrozar esos senderos. De Abajo enumera las áreas de I+D en las que trabajan los centros regionales de investigación y son plenamente coincidentes con las que definen a la industria que viene: "Los nanomateriales, la gestión inteligente de los procesos, la digitalización de las fábricas -esto es, la recogida sistemática de datos y parámetros y el tratamiento informático de los mismos de cara a la toma de decisiones-, la impresión en tres dimensiones, la eficiencia energética..."

El papel de la Administración regional. La aportación de treinta millones de euros en 2007 y otros tantos en 2014 evidenciaron que el Gobierno del Principado está en sintonía con los objetivos científicos de Arcelor en Asturias. Nicolás de Abajo valora ese esfuerzo, pero "más por lo que representa en cuanto que retrata a un territorio comprometido con la innovación que por la cuestión financiera, que también es importante".

El techo de la I+D en Asturias. "Realmente no existe, es un sector tan dinámico que la sola idea de confinarlo es absurda", dice el director de un departamento de Arcelor que ahora mismo da empleo a 240 personas. Para lo que están y para los que vengan deja un mensaje: "Hay que mantener viva la llama de la curiosidad y no esperar a que te digan 'haz esto' sino hacer lo que creas adecuado para generar innovación".