Bajo el título "Claves para comprender y prevenir el acoso escolar", David Álvarez González, profesor del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, habló ayer en el Centro de Servicios Universitarios de Avilés de los distintos aspectos que giran en torno al maltrato, de sus consecuencias, de las ciberagresiones, de las familias, de las víctimas, y también de los agresores.
- Cada vez se habla más de acoso escolar. ¿se debe a que aumentan los casos o es que hay una mayor sensibilidad social?
-Es difícil saber si hay más casos o no ya que para ello se necesitan estudios al respecto y no los hay. Sí es cierto que hay una mayor sensibilidad y que se están produciendo más denuncias. Lo sabemos porque preguntando a los alumnos, entre el cinco y el diez por ciento dice que es víctima de acoso, un problema que es tan grande, con consecuencias tan graves, que aunque solo hubiera un caso merecería ser estudiado y tratado.
- ¿Las situaciones de acoso son cada vez más dañinas?
-La novedad en torno al acoso está en las nuevas tecnologías, las llamadas ciberagresiones. Agredir a través de las redes hace que la conducta del acosador sea más impulsiva, se actúa desde el anonimato y con formas más desinhibidas. Y aunque los jóvenes crean que es algo anónimo, en realidad no lo es y les pueden pillar. Otra cuestión de las redes es la viralidad; antes el rumor se quedaba en el centro y en el barrio, ahora rueda por el mundo entero.
- ¿Todavía hay muchos menores que callan por miedo?
-Uno de los mayores problemas de este asunto es la ley del silencio, lo que dificulta mucho las cosas. En los proyectos preventivos se trabaja con los testigos de los actos de acoso, con aquellos que rodean el caso; si ellos no apoyan al acosador, se para el acoso. De ahí que las campañas están enfocadas hacia la idea de cambiar el modo de denuncia porque hasta hace poco tiempo el que la formulaba era considerado un chivato.
- ¿Qué hábitos o cambios de conducta permiten detectar a tiempo el acoso?
-Uno de los mayores indicadores es que el alumno cambie las costumbres, que en los recreos ya no juegue con los compañeros, o que a la hora de comer se aparte del grupo; esto significa que algo pasa. También que se quede cerca del profesor en el patio cuando antes jugaba, que vaya al colegio o regrese por un camino distinto al habitual, o que cambie el horario de entrada y salida para llegar el último y escapar el primero corriendo al sonar la alambra con el fin de no encontrar al agresor.
- ¿Hay un perfil del acosador?
-En los estudios hay un par de variables que aparecen siempre: falta de empatía e impulsividad.
- ¿Y del acosado?
-Un aspecto clave es algún rasgo diferenciador que sirva de excusa: sobrepeso, forma de vestir, torpeza motora, identidad sexual.... Los acosados son tímidos y más inseguros y tienen menos apoyo social en el aula que el acosador.
- ¿Cuáles son las consecuencias del acoso?
-Las víctimas parecen síntomas de ansiedad, alteraciones del sueño, problemas gástricos, fobia escolar, síntomas depresivos, autolesiones, intentos de suicidio e incluso suicidios consumados. Y en la vida adulta son más desconfiados. En cuanto a los agresores, hay que formarlos ya que si se comportan de esta manera se perpetúa dicha forma de vida. Hay estudios que relacionan el acoso escolar con la agresión en la pareja y en el ámbito laboral.
- ¿Cómo hay que actuar con el acosador?
-Tradicionalmente se hablaba de trabajar con las víctimas y con los agresores, pero hoy en día la actuación pasa por los testigos ya que si ellos no quieren, no hay acoso. Como decía, antes se veía al que denunciaba una situación de acoso como a un chivato; ahora, los que denuncian son valientes.
- ¿Cómo prevenir este problema?
-La prevención no es sencilla, el tratamiento tiene que ser global, no individual con las víctimas y acosadores. Se tiene que implicar la familia y la sociedad. El ministerio de Educación ha sacado un plan estratégico que incluye cuestiones como que las series de televisión presenten modelos de conducta apropiados. Hay que cambiar los valores de ciertos aspectos culturales difíciles de modificar, también las relaciones de la familia con los hijos. Estamos ante un problema muy difícil de reducir a cero.
