Unos eligieron la vieja fórmula del "voceo" para promocionar los productos que tenían a la venta -"¡vamos, vamos, que me lo quitan de las manos!"-, otros recurrieron a educados comerciales que abordaban a los viandantes ofertando "gangas irresistibles", los hubo que se valieron de vistosos carteles a modo de catálogos publicitarios y el más original fue Miguel Artime Varela, del colegio Santo Tomás, convertido en un hombre anuncio a la antigua usanza, con un par de paneles colgando de sus hombros, uno a la espalda y otro sobre el pecho. El objetivo común: vender toda la mercancía y culminar "con beneficios" la experiencia que promueve desde hace años la Ciudad Tecnológica Valnalón para familiarizar a los escolares asturianos con la cultura emprendedora y sembrar una semilla de la que pueden fructificar empresarios.

En el mercado avilesino de cooperativas escolares y asociaciones educativas, celebrado ayer coincidiendo con el otro mercado de la ciudad, el de la plaza de abastos, participaron cinco colegios de Avilés -Villalegre, La Carriona-Miranda, Santo Tomás, Principado y San Nicolás de Bari-, el Santo Ángel de Pravia, cuatro centros de atención integral a discapacitados -San Cristóbal, Rey Pelayo, Villalegre y La Unión (Castrillón)- y el instituto Isla de la Deva de Castrillón, este último con dos proyectos cooperativos. En total, 450 alumnos movilizados para poner en marcha empresas ficticias, gestionar la producción y venderla.

Los más "peques", inscritos en el programa "Emprender en mi escuela", ofertaron sencillas manualidades a cual más original; los alumnos de institutos adscritos a los programas "Jóvenes emprendedores sociales" y "Empresa joven europea" eligieron, según los casos, una ONG a la que ceder sus "ganancias" o una miniempresa de otra comunidad o país con la que tener relaciones de "exportación" e "importación", y el alumnado de Educación Especial demostró sus dotes para sacar gestionar una cooperativa fabricante de productos de forma artesana.

En este tipo de mercados de cooperativas escolares no suele faltar detalle: desde la licencia municipal de venta callejera debidamente expuesta en cada puesto a un reparto de tareas digno de encomio: alumnos en tareas promocionales -habitualmente los que tiene más desparpajo- y otros encargados del manejo del dinero, la reposición de mercancía o el márketing: "Muchas gracias por su compra, deseamos que la disfrute", le dijo adulador un chaval al edil tránsfuga Alfonso Araujo tras la compra de un juego de pelotas para hacer malabares, un artículo que ni pintado para el escenario político que tiene por delante el exconcejal del PP.