Pasión, amor y sensualidad son los ingredientes principales de "24 horas en la vida de una mujer", espectáculo musical que ayer ocupó las tablas del auditorio del Centro Niemeyer bajo la dirección de Ignacio García. Está protagonizado por Silvia Marsó, que se mete en la piel de Mrs C, una viuda burguesa que tras observar en el casino de Montecarlo a un joven jugador que pierde todo su dinero en la ruleta, consigue evitar su suicidio. Pero ante el temor de que vuelva a intentar quitarse la vida, la mujer decide permanecer junto a él las siguientes 24 horas, tiempo en el que los personajes luchan por superar la contradicción entre la necesidad de pertenecer a un grupo social, compartiendo sus reglas, o anteponer el irrenunciable anhelo individual de existir emocional y sentimentalmente.

La escenografía -a cargo de Arturo Martín Burgos-, la iluminación -de Juanjo Llorens- y el vestuario -diseñado por Ana Garay- juegan un papel relevante en el montaje que la propia Silvia Marsó califica de "obra maestra" y que desde su estreno ha recibido los parabienes de la crítica y del público, como quedó de manifiesto ayer en el centro cultural de la ría.

Basada en la novela del escritor Stefan Zweig (Austria, 1881 - Brasil, 1942), esta adaptación en formato de teatro musical arrastra al espectador a compartir el torbellino de situaciones y emociones que en tan sólo veinticuatro horas transforma a los tres protagonistas llevándolos por la senda peligrosa de los deseos más profundos.

Tras la despedida de Avilés, la obra continuará de gira por España una vez que permaneció varios meses en los teatros de la Abadía e Infanta Isabel, en Madrid.