Sólo las inversiones ambientales realizadas los últimos 15 años en las baterías de coque de Avilés, con fecha programada de apagado para 2019, hubieran dado para costear más de la mitad del coste que van a tener las nuevas de Gijón, diseñadas por Arcelor para abastecer de coque los hornos altos que tiene la multinacional del acero en Asturias.

Según datos facilitados por la empresa, el dinero destinado entre 2005 y 2018 a reducir la contaminación que generan las baterías de coque avilesinas suma 71,5 millones de euros, a los que pronto se sumarán los 4 millones anunciados el pasado mayo para 2019, el último año que funcionará la refinería de carbón. En total, 75,5 millones de euros, una cantidad equivalente (sin tener en cuenta la actualización del valor del dinero que se empezó a invertir hace más de una década) al 60 por ciento del coste estimado de las nuevas baterías de Gijón: 130 millones.

La multinacional enmarca las inversiones realizadas en las baterías de coque de Avilés en un paquete más amplio que totaliza 400 millones de euros en toda Asturias en el periodo 2005-2019. Así mismo, Arcelor reseña que ese goteo millonario invertido en la controvertida planta de coquización -lleva años en entredicho por su carácter contaminante- es el aval de su "compromiso" con la mejora ambiental y la evidencia de que pese al inminente cierre de las baterías no hay relajación en su mantenimiento.

La paulatina mejora de la destilería avilesina de carbón para uso siderúrgico comenzó a proyectarse en 2003, coincidiendo con un momento de endurecimiento de las normas ambientales y un creciente rechazo ciudadano a la contaminación del aire en la comarca. Una de las principales obras que Arcelor decidió acometer entonces consistió en la instalación de un sistema de captación de gases y humos en el deshornado. Además se sustituyeron los carros guía (las máquinas que evacuan el carbón de coque cuando sale de los hornos) por otros con sistemas de captación de polvo incorporados y se renovaron multitud de piezas que desempeñan funciones estancas para minimizar las fugas de sustancias contaminantes.

Arcelor puso en marcha en 2008 el llamado plan de integración visual de baterías como consecuencia de la renovación de la autorización ambiental integrada. Fruto de ese plan, la empresa construyó una barrera vegetal arbórea que reduce el impacto visual de la instalación.

Las inversiones ejecutadas en años sucesivos también sirvieron para mejorar los cierres hidráulicos de las tapas de los tubos montantes, la presurización de los tanques de benzol, la captación de polvo en la zona de carga de camiones, mejoras en el funcionamiento de la depuradora biológica, un sistema de tratamiento de aguas pluviales y de escorrentía y la construcción de arquetas de control en los colectores que vierten a la ría.

A todo lo anterior se añaden decenas de "obras menores", en palabras de la compañía, y más recientemente la aprobación de un plan de "sensibilización ambiental" que consta de tres patas: el ámbito operativo (la continuidad de las inversiones en las baterías de coque a razón de unos 4 millones por año hasta que la instalación quede fuera de servicio), el de sensibilización en el ámbito interno y el de comunicación externa a través de los recién creados Consejos de Relaciones con la Comunidad (CRC).

Como parte del plan interno de sensibilización ambiental, la empresa ha reforzado su estructura organizativa con el nombramiento de un ingeniero de apoyo al medio ambiente en cada instalación (incluida la de baterías), el despliegue de un protocolo de comunicación interna y, asociado a este, la realización de charlas de concienciación que imparte el consejero delegado del cluster de Asturias de Arcelor-Mittal de Arcelor, Oswaldo Suárez, en persona. Además, la compañía asegura que hace "análisis de riesgos exhaustivos" de los procesos de cada instalación para prevenir fallos de los sistemas de control y medición.

El mensaje que Arcelor trata de lanzar no es otro que el de tranquilidad en la recta final de la vida útil de las baterías de coque, una instalación con mala fama por su trayectoria contaminante: "No hay relajación ni abandono; las baterías funcionarán hasta el último día con las debidas garantías ambientales".