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La Figura De La Semana | MARINO SORIA | PRESIDENTE DE LA SOCIEDAD FILARMÓNICA

El maestro que más suena en Avilés

La música clásica forma parte de la vida de este exprofesor del San Fernando de apellido pictórico desde su tierna infancia

Marino Soria. RICARDO SOLÍS

Tenía 13 años y Marino Soria Gutiérrez-Pumarino ya tocaba el órgano de la iglesia de San Pedro de Gijón. Ahora, en San Nicolás de Bari, ayuda los domingos. En aquella época estudiaba Piano en Oviedo. La música clásica forma parte de la vida de Soria desde la cuna. Por eso se explica que haya revalidado la presidencia de la centenaria Sociedad Filarmónica Avilesina. Lo eligieron por primera vez en 1987 y la de esta semana ha sido la enésima. "El cargo tiene una duración de tres años, así que?", apunta. El caso es que lleva más de tres décadas al frente de uno de los colectivos de aficionados a la música clásica más emblemáticos del país. "Muchos no se quieren involucrar", explica. Y es natural: la edad de los socios es alta. "Tenemos más salidas de socios que entradas", reconoce. "Y, pese a ello, en la Filarmónica somos 303", apostilla.

Soria es de Avilés de toda la vida: es hijo de Manuel, uno de los seis hermanos Soria, la familia de pintores que destacó en los años anteriores a la Guerra Civil y también durante la posguerra. Pero las raíces avilesinas de Soria son mucho más profundas. "Justo Ureña, el anterior cronista de la Villa, indagó y encontró a una monja bernarda de apellido Soria que fue compañera de una de las hijas de Pedro Menéndez", apunta. Es decir, los orígenes de la familia del presidente de la Filarmónica se pierden en el siglo XVI. "En casa siempre tuvimos un Cristo y un arcón. Mi padre nos contaba que venían del convento de las bernardas, el que estaba entre la calle de la Fruta y San Bernardo. Creemos que cuando la Desamortización de Mendizábal, las propiedades de las monjas pasaron a sus familias", explica el también profesor de Música en el colegio San Fernando.

Manuel Soria era profesor de Dibujo en el Carreño Miranda, fue también director de la Escuela de Artes y Oficios mientras enseñaba además en la Escuela Elemental del Trabajo, lo que luego sería Maestría. "Mi madre era María de la Luz Gutiérrez-Pumarino Fernández. En aquella época las mujeres se dedicaban todas a la casa, como mi tía Josefina", apostilla el presidente de la Filarmónica.

Los hermanos Soria pintores fueron Jesús, Nicolás y Florentino. "Luego vinieron Marino, Josefina y mi padre", cuenta. Marino fue sacerdote. "Estaba en Llanes, quiso pedir San Nicolás de Bari, pero le dijeron que tenía que marchar a San Pedro de Gijón. Esto sucedió a comienzos de los años cuarenta. Le encargaron levantar la iglesia", dice el exprofesor. Allí fue, junto al sacerdote y compositor de la familia, donde se ejercitó como organista.

Marino Soria hizo el Bachiller en el Carreño Miranda y la carrera de Piano en el Conservatorio de Oviedo. La música le viene de familia. La música y el dibujo. Sus tíos se ganaron la vida como catedráticos en esta materia: Jesús, en Orense; Nicolás, en Murcia y, después, en Oviedo; Florentino, en Baeza, en Jaén, en Segovia, en Madrid y en Gijón. "No tomó posesión del puesto en Madrid, inmediatamente pidió regresar a Asturias", cuenta Soria. Florentino Soria fue compañero de trabajo del poeta Antonio Machado en los institutos de Baeza y Segovia. Machado daba clases de Francés y el tío del presidente de la Filarmónica, de Dibujo. "Me contaba que daban grandes paseos: cuando estaban en Andalucía y, después, en Segovia", cuenta el exprofesor del colegio San Fernando.

Así que, con estos mimbres, era normal que Marino Soria se hiciera socio de la Filarmónica. Eso sucedió en 1957, el año en que el colectivo comenzó a vivir su segunda vida (la primera comenzó en 1918 y concluyó con la Crisis del 29). Soria tiene el carné número 2 de los juveniles y el 41 de los adultos. Entró en la dirección de la Sociedad en 1974 y fue en 1987 cuando accedió por primera vez a la presidencia, para sustituir a Eulogio Palacios. "Dijo que no quería seguir. Hicimos una asamblea en un descanso de un concierto. No se presentó nadie y dijo que se iba. Yo era vicepresidente, así que tuve que dar el paso adelante. No me lo había propuesto", recuerda el exprofesor de Música.

Soria sabe de sobra cuáles son los déficits del colectivo que preside y no se anda con paños calientes: "Debería revitalizarse. Los alumnos del Conservatorio tienen gratis la entrada de cada concierto que hacemos, pero no vienen. Quizá porque las clases las tienen por la tarde, pero no deja de ser una excusa: sólo tendrían que faltar un día al mes y, a cambio, iban a recibir una clase magistral", apunta Soria.

El Ayuntamiento y la Filarmónica han firmado un convenio para que la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) siga viniendo a Avilés, que ya no hay ciclo Música en Escena. "Cuando salían a la venta los abonos se formaban colas enormes delante de la Casa de Cultura? ¿Dónde está esa gente ahora?", se pregunta Soria.

La idea es mantener viva la sociedad. "Y en eso trabajamos año a año. La carencia de aficionados no es cosa única nuestra: me lo dicen los representantes de los músicos. Cada vez tienen más difícil vender conciertos. En Oviedo no pasa: el Auditorio Príncipe Felipe va de maravilla. Tienen una oferta enorme y es curioso: allí veo gente de Oviedo y también de Avilés, Mieres e, incluso, León"? Y, pese a todo, Soria tiene una cosa clara: "Música habrá para rato". Y habrá que hacerle caso, que lo dice un hombre que sabe cómo suenan las cosas buenas.

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