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Las consecuencias en el campo de una primavera atípica

El frío retrasa la floración del kiwi y la humedad amenaza la salud de las plantas

"Vamos a tener una proliferación extraordinaria de plagas y hongos cuando mejore el tiempo, por el exceso de agua", afirman los productores

Recogida de kiwis en la isla de Soto del Barco el pasado noviembre. RICARDO SOLÍS

Los kiwis asturianos necesitan sol con urgencia. Una de las primaveras más atípicas que se recuerdan, ésta que apura sus últimos días sin atisbo de dar una tregua meteorológica, amenaza por partida doble a los kiwicultores del bajo Nalón: retrasando la floración de las plantas y generando tal grado de humedad que se teme una proliferación extraordinaria de organismos dañinos, sobremanera los hongos y los insectos. Medio en serio medio en broma, los kiwicultores como Juan Cimas, el responsable de la plantación de la isla de Soto del Barco, dice que la única ventaja de tanta agua como está cayendo es que todavía no ha sido necesario regar "cuando el año pasado por estas fechas ya habíamos hecho aportes a la tierra". No hay temor todavía por la calidad y cantidad de la cosecha, pero si la situación persiste muchos más días la polinización de los kiwis podría verse comprometida.

Las ramas de las plantas de kiwi lucen estos días cargadas de botones florales a punto de estallar. Cimas explica que se da una situación paradójica: "El frío juega en contra de la floración, pero el incremento de las horas de luz produce una fotoestimulación favorable a la formación de las flores".

O sea, que se dan a la vez las condiciones para que los kiwis florezcan y lo contrario. "La horquilla de temperatura óptima para la floración va de 10 a 22 grados; mientras siga refrescando por las noches, tenemos un problema. Desde luego que las flores acabarán por brotar porque la planta no puede contenerse de forma indefinida, pero sería conveniente que venga sol en ese momento para favorecer la polinización", explica el experto.

El proceso de la polinización es uno de los más delicados del cultivo del kiwi; los productores a gran escala la inducen artificialmente para garantizar una alta tasa de fructificación, pero la ayuda de los insectos -en especial las abejas- siempre es bienvenida.

Con respecto a las cuantiosas precipitaciones caídas en la ribera del Nalón, éstas no son un problema en sí mismas; otra cosa es el alto índice de humedad resultante y la imposibilidad de que la tierra seque.

"Cualquier agricultor sabe que con tanta humedad, en cuanto mejore el tiempo vamos a tener una proliferación extraordinaria de plagas y hongos. Ya estamos preparados para combatirlas, pero siempre es preferible que su incidencia sea mínima", aclara Cimas. Los kiwicultores no se atreven aún a hacer pronósticos de la cosecha de este año, que debería recogerse allá por el mes de noviembre. Juan Cimas explica que la calidad del fruto dependerá del tiempo que haga en verano y en cuanto al momento de la recolección, vendrá determinado por los primeros fríos: "Si el otoño es caliente se retrasará, el kiwi alcanza su punto óptimo de azúcares para ser recogido cuando empieza a enfriar el tiempo".

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