Avilés, Juan C. GALÁN

Adrián Parrondo pesa 24 kilos. Su moto, 45. Adrián sólo tiene 9 años recién cumplidos, pero cuando sale a la pista su edad parece multiplicarse. Lo primero que llama la atención en presencia del joven castrillonense es su menuda figura. Por eso, cuesta imaginarse que sea uno de los corredores de motocross más prometedores de Asturias.

Su madre Marta María Conde tampoco parece acabar de creérselo. Mira y admira las fotos que recuerdan la última prueba en la que su retoño participó, en el circuito pucelano de Geria. «Mira aquí que salto pega», exclama, admirada porque un cuerpo tan menudo pueda dominar la moto de manera tan resuelta. Admirada, sí, pero ya curada de espanto. No en vano, Adrián el amor por las motos lo lleva en la sangre, es algo genético. Su padre Juan Luis Parrondo llegó a participar en el Campeonato de España de «superbikes», aunque lo suyo era la velocidad. Su hijo ha seguido sus pasos, pero se decanta, de momento, por el riesgo, por la tierra, por el motocross.

Este relevo generacional tuvo su primer escenario en prados de Lamuño, localidad del concejo de Cudillero del que es originaria la familia de Adrián. Su padre, a pesar del recelo de su entorno, le regaló una moto de pequeña cilindrada. Con sólo 4 años, Adrián Parrondo ya sintió la descarga de adrenalina al cabalgar a lomos de su flamante vehículo. «Perdí el equilibrio y choqué contra un árbol, pero me gustó», recuerda a duras penas, con voz tenue pero firme, un reflejo de su personalidad.

Aquellos escarceos se convirtieron en algo más serio cuando su padre decidió dar un paso más y regalarle a Adrián su actual moto, una KTM, austriaca, naranja y negra y de 65 centímetros cúbicos de cilindrada, adquirida de segunda mano. De ahí a comenzar a competir tan sólo distó un paso. Eso, a pesar de la falta de apoyos. A excepción de pequeñas marcas que se publicitan en la moto y en el mono del castrillonense, sus padres son el equipo de Adrián Parrondo. Juan Luis, su padre, es entrenador, mecánico, consejero... Su madre se ocupa de la vitualla, de las tortillas y los filetes empanados cuando toca competición. Ella es quien lava el traje, quien pone a punto el casco, quien inmortaliza cada paso que da el chaval para completar el primer álbum de fotos. «El motocross en Asturias está dejado de la mano de Dios. En Castrillón hay varios chavales como Adrián que quieren hacer motocross, pero en el Ayuntamiento nos dicen que acondicionar un circuito no es rentable», afirma Marta María Conde, madre de Adrián Parrondo. Es por ello que, para entrenar, la familia debe desplazarse a Candamo, a Nava o a Bimenes, «y todos los gastos corren de nuestra parte», añade la madre.

No importa. Adrián no desfallece y ya deja su impronta por los circuitos españoles. Su madurez asombra. «Me gustan los saltos, pero tengo que estar muy seguro. Siempre hago una ronda de reconocimiento y si no lo veo claro, no fuerzo. Lo importante es que la moto se adapte a mí y procurar no caerme», afirma Adrián Parrondo, mientras sus padres lo miran embelesados.

De momento, los resultados del castrillonense han sido lo suficientemente buenos como para que se proponga participar en el Campeonato de España alevín de motocross, que arranca el 1 de abril en Miajadas (Cáceres), primera de las cuatro pruebas que conforman el organigrama del Nacional. De momento, a Adrián lo único que le preocupa es pasárselo bien sobre su moto y emular a su ídolo, Jonathan Barragán, el mejor especialista de motocross de España. Adrián tiene un póster suyo en la habitación. Lo mira antes de dormir y sueña con ser como él algún día.