Oviedo, Ángel

Fernández Ortega

Valle de Lago es una agrupación urbana compuesta por los barrios del Otero, La Quintana, La Caleya, La Piniella y Riballuenga. Dista unos 8 kilómetros de Pola de Somiedo, al que está unido por una carretera local que salva un desnivel de 600 metros. Se emplaza sobre una altitud media de 1.280 metros, donde se dibuja una larga sucesión de casas con escaleras exteriores y muy pocas con techumbre de escoba. El valle se extiende de Este a Oeste bajo los impresionantes murallones de Peña la Villa, Estaca y Cruces, cuyas verticales paredes se elevan por encima de sus casas. El conjunto de todos ellos conforma un pintoresco pueblo que ofrece la belleza de sus entornos, muy apreciada por el gran número de turistas que visitan el lugar a lo largo del año.

En el extremo más occidental del valle, en el barrio de Riballuenga, se sitúa el embalse que recibe las aguas de los ríos y de las canalizaciones procedentes de los lagos de Saliencia. Justamente allí existe un aparcamiento y lugar donde arranca el camino de Bobias que desciende a Veigas en medio de una impresionante foz.

Desde el barrio de La Caleya llevaremos a cabo un bonito recorrido en torno a la braña de Sousas, por un territorio que en buena parte es de uso restringido, por lo que se necesita el permiso correspondiente para pasar el tramo que se cita entre el mirador de la Cuendia, la braña de Las Vachinas y Las Cancillas.

Se aparca el vehículo en el lugar destinado a tal fin en el barrio de La Quintana y, retrocediendo unos metros, arrancamos desde el panel de la ruta que está cercano a una capilla, yéndonos por el camino de Sousas. Cruzaremos el puente, dejando a la izquierda un viejo molino, y proseguimos eludiendo el camino de la iglesia parroquial y el cementerio. Ante otro nuevo crucero, giramos a la derecha y avanzamos por encima del pueblo situado a nuestros pies. También aparece el camping, donde se descubren algunas construcciones con techumbre de escoba.

Prosiguiendo con sentido meridional nos enfrentamos al monolito del Castiellu, que nos presenta su inexpugnable cara norte. Después avanzamos entre praderas, tras las cuales asoman los picos los Michos y el Muñón, que cierran el valle de Sousas por el Sur. Seguimos caminando con placidez por un territorio de poco desnivel y traspasamos el collado del Sierru, cuyo espolón calcáreo está cortado a pico para permitir el paso del camino. Nada más cruzar este lugar nos introducimos en el hayedo por un tramo donde el camino va entallado en la roca. Desde allí ya se contempla el valle que riega el río Orios, el bosque de La Enramada y el pueblo de Coto de la Buena Madre al fondo del mismo. También contemplamos el estirado perfil del Castiellu, con el ventanón natural colgado de su arista meridional. A la derecha de la marcha protege el camino una barandilla metálica, para evitar la caída al vacío, bien sea de animales, bien de personas o vehículos.

La ruta va acompañada por la canal soterrada que transporta el agua del arroyo hasta la presa de Riballuenga. Acompañados por la misma, pronto alcanzamos la braña de Fuexu, en medio de unos prados con cercados por murias de piedra. Después progresamos pista adelante acometiendo un pequeño remonte exento de arboleda, lugar donde se desvía el camino hacia el mirador. Los evitamos y seguimos hacia arriba, primero por un falso llano y después por una cuesta que finaliza en el lugar conocido como la braña Bayu. Rebasado este enclave, y bajo un paisaje alpino que fija este espacio adornado por montañas de caliza y el profundo bosque de La Enramada, contemplamos también el lugar donde la canal toma el agua del río y, un poco más adelante, una preciosa cascada. De esta guisa, y apenas sin darnos cuenta, llegamos a la braña de Sousas, que nos recibe con el panel informativo y el conjunto etnográfico de sus corros (1.500 metros) 3,8 kilómetros en una hora de marcha.

Hemos de recorrer uno a uno los corros, algunos de los cuales están en abandono, y sacamos las imágenes fotográficas buscando los ángulos diferentes desde los montículos más sobresalientes. Apostados en uno de ellos, nos atrae la atención el vecino bosque de La Enramada, por donde un sendero se interna en la espesura de esta selva de hayas, que, por cierto, es un territorio con paso restringido. Otro camino remonta el valle hasta los confines de la Cordillera por los pasos tradicionales a Castilla por el Muñón y La Brechisca.

Recuperados de la subida, retornaremos a Valle del Lago por un itinerario diferente. Lo haremos siguiendo la marcada huella de un camino que desde la braña revuelve a la izquierda por encima de la misma. Encaramados en el siguiente collado, que nos otorga las mejores imágenes de la braña, descenderemos de nuevo a la pista de subida, atajando considerablemente el recorrido original. En plano descendente, tomaremos el camino del mirador que profundiza al Norte por un plano llano. Desde este panorámico lugar del mirador de la Cuendia se contemplan buenas imágenes del conjunto rural de Valle del Lago.

Retomamos el rumbo del camino soslayando desde aquí la dirección de la braña Fuexu, abordando la ruta protegida que se desvía en sentido opuesto hacia la cercana braña de Las Vachinas, que tiene cabañas con teito de escoba. El camino se interna en el bosque y desciende precipitadamente a la búsqueda del cauce del río. Evitamos otra variante a la izquierda y proseguimos en sentido contrario, en medio de la espesa mancha forestal, hasta encontrarnos con la señal del paso prohibido a senderistas. El río ya está cerca de este lugar y lo cruzamos por un antiguo puente de arco de piedra, tras el cual aparece por el lugar un grupo de inmensas piedras erráticas desprendidas de las paredes de las montañas del entorno. Son vestigios testimoniales de las cicatrices que se observan en las murallas desde donde se desprendieron por motivos geológicos y naturales. Probablemente aquella hecatombe natural dejó sepultado a algún lugareño, de ahí el topónimo derivado por la que es conocida esta zona como el cueto de los Difuntos.

Alcanzamos por ahí la carretera general por el barrio de La Quintana y carretera abajo nos acercamos al punto de inicio de la marcha, no sin antes saciar sed en la fuente La Toya, que brota desde la misma peña con inmenso caudal de aguas.

En La Caleya damos por finalizado este recorrido circular, después de caminar unos 6,5 kilómetros en 2 horas y 30 minutos de marcha.