Oviedo, Víctor GUERRA

La Comarca de la Sidra, con una morfología compleja y retorcida, es un destino interesante para el turismo activo.

El propósito de dar cuenta de las delicias gastronómicas de Villaviciosa y de cumplir con aquello de conocer paisaje y paisanaje, hizo que la propuesta para esta semana se centrase en un retorcido recorrido a caballo entre Villaviciosa y Colunga, un trazado que combina cicloturismo, historia y viejas tradiciones camineras.

De esta guisa nos dispusimos el grupeto, que ya empieza a ser un habitual de estas páginas, a realizar una ruta que por problemas del GPS tuvimos que rediseñar abandonando los escenarios más duros como los del monte Cubera, para optar por un recorrido más sencillo y apto para ciclistas que se inician en la btt.

Para hacer piernas en una fresca mañana de abril, salimos de Villaviciosa por carretera camino de la rotonda que reparte flujos hacia Rodiles y la autopista, y que sitúa por encima de la Fábrica de El Gatitero. Llegados a esta primera rotonda subimos a la segunda rotonda y allí enlazamos en una apertura en el pretil que nos permite enlazar con el Camino de Santiago.

Una corta bajada tras abandonar la dureza del asfalto nos coloca en posición de ir remontando los primeros repechos por debajo de Oñón, camino de la Fuente de los Panizales. El trazado es típico de la caminería santiaguista, marcado como tal, y con ciertas mejoras en la señalización, aunque siempre he creído que la efigie de la concha debe estar mal ubicada, pues los supuestos rayos o rayado de la vieira santiaguista deberían mirar hacia Santiago y no al revés.

Fuera como fuere, nos ayudan a seguir las huellas del camino que nos da unas interesantes vistas sobre la ría y el molino de mareas de la ensenada, el cual destaca sobre el fondo por su intenso color blanco. Pedalada a pedalada subimos hasta dar con la carretera de Tornón, para dejarla al torcer por la pasarela lo que nos permite pasar por encima de la autopista para y cruzar de nuevo la N-632 a la altura de Villaverde, rodando unos metros por la zona interior del núcleo y volviendo a la citada carretera a la altura del palacio de Villaverde.

Ahora toca rodar unos metros por asfalto para tomar el desvío por la VV-6 dirección a Selorio, relajándonos con la vista de la ría y los parajes que quedan a nuestra espalda El camino hasta Selorio es cómodo y tranquilo; ya en dicho núcleo tomamos el desvío hacia Santa Mera, para dejar el carretil asfaltado al pie de unas viejas escuelas y tomar un camino que nace al par del edificio escolar, y el cual enfila monte arriba por un amplio y mejorado camino jalonado por grandes cruces de piedra, estamos en el Camino de la Ánimas, que nos lleva al pie de la ermita del Carril y la Cruz Grande, desembocando un poco más allá en la carretera de Santa Mera. El trazado desde aquí nos obliga a seguir por los ejes asfaltados que cruza los núcleos de Garroncéu, La Fuentona, y así hasta a Castiello la Marina.

Todo intento de acercarnos a la costa es imposible ya que muchos caminos ya están cerrados, lo que nos obliga a volver a las pistas y carretiles asfaltados que nos van llevando hacia la carretera de Fana para subir hacia las Llavederas hasta la bifurcación de la Lastra y el Bulladrón, virando hacia el Norte rumbo al monte Lloréu, para buscar de este modo los nuevos caminos que nos permiten visitar el solitario faro de Lastres.

No encontramos con paneles que nos hablan de cantares y costumbres antiguas y de restos paleolíticos que nos sugieren la idea de proseguir la ruta de los dinosaurios camino del Muja y la playa La Griega, sin otra remisión que seguir por asfalto enfilando hacia el núcleo de Luces con las moles de los Picos de Europa teñidos de blanco al fondo, y la majestuosa silueta del Sueve en primer plano.

Tras unos kilómetros se desemboca en la AS-257, pasando por delante de la moderna instalación hostelera del palacio de Luces, camino de Lastres. Se puede tomar algún que otro atajo, pero ninguna malla vial nos permite cruzar hacia el Este camino de La Griega, lo que nos obliga a seguir carretera abajo hacia la citada playa, con escasos visitantes a estas horas de la mañana.

Ya puestos, nos dedicamos al turismo paleontológico acercándonos por la nueva senda hasta los restos de los grandes animales prehistóricos; sus huellas aún se pueden ver pese a la presión marítima en los pedreros de la zona. El amigo Morcín queda estupefacto de la enormidad de la pisada, y Toyos se debate pensando en cómo pueden haber quedado impresas de eso modo las pisadas de los grandes saurios. Tras la contemplación y observar como pululan por la zona ornitólogos en busca de las preciadas aves trashumantes, proseguimos la ruta hacia Colunga.

La Oficina de Turismo nos deleita con información impresa pero con escasos datos sobre alternativas de caminos fuera de carreteras para retornar hacia Villaviciosa. La compleja orografía de la zona, las riegas que parten montes y medianías catastrales hacen imposible una malla vial factible, y sin tener que dar vueltas y vueltas por caminos de los cuales muchos desgraciadamente ya han desaparecido.

A la salida de Colunga camino de Villaviciosa nos desviamos hacia la carretera que va a Libardón, la AS-258, que pronto abandonamos por una carretera local jalonada con las vieiras santiaguistas que van hacia Pernús. Ahora al tomar la dirección correcta del Camino de Santiago ello nos permite tomar mejor el rumbo, lo cual no ocurre siempre en dirección contraria. Se ha señalizado como si los peregrinos no tuvieran nunca que volver.

Poco a poco vamos ganando terreno rumbo a Villaviciosa, eso sí al mismo ritmo que el asfalto va ganando terreno a los caminos de tierra que un día soportaron miles de viajeros y que hoy tienen que caminar por los duros asfaltos. Es verdad e innegable que de esta manera se unen pueblos y aldeas, pero también es cierto que va quedando marginada la red vial de caminos reales y los vecinales, perdiendo de esta manera buena parte de la historia caminera de la región.

Tal vez sea ese el precio que haya que pagar por entrar en la modernidad, la cual se queda a los pies del camino, cuando después de La Prida dejamos la carretera VV-5 y nos metemos de lleno en la vieja tracería del camino santiaguista que obvia los grandes desniveles, y se emparejaba, como en este caso, con la riega de Sebrayu, arrojando una luz cuasi mágica, que por unos momentos parece querer devolvernos a los tiempos antiguos.

Es una delicia ciclar por estos tramos, a cuyo recodo nos salta una pequeña ermita santiaguista, para a renglón seguido desembocar ante los nuevos pilares de la autopista y entrar de lleno en Sebrayu, con sus casonas y hitos jacobitas. De nuevo el asfalto que dejamos atrás para tomar el Camino de Santiago, ahora se nos hace presente, aunque lo volvemos a recobrar al entroncar con el camino que habíamos traído por debajo de Oñón.

Los sube y baja se van haciendo duros, pues los repechos de Pernús han hecho mella. Los kilómetros se suceden y pese a que no hay excesivas cuestas, la sucesión de repechos hace que la etapa se convierta en un rompepiernas que se aproxima a los 1.300 metros de desnivel acumulado. Desandado el camino traído, entramos en Villaviciosa con cinco horas de recorrido con la recompensa de una excelente oferta de sidra y comida que degustamos en los establecimientos de la zona que nos reconfortan de tanto trasiego ciclomontañero.

El track de la ruta lo pueden obtener de la página en el blog de Asturcón BTT : http://www.asturconbtt.blogspot.com.