l RECORRIDO: Renorios-Chacía-Fresnosa-Escar-Puente el Beyu-Santibáñez de Murias.

l DURACIÓN:

5 horas.

l DISTANCIA: 17 kilómetros, con 600 metros de desnivel.

l DIFICULTAD:

Baja.

Oviedo, Ángel

Fernández Ortega

El valle Fresnosa nace en la cabecera de la cuenca fluvial en las estribaciones del collado Bustroso, situado a 1.745 m de altitud. En este elevado lugar donde el río homónimo inicia un rápido desplome con sucesivas y sonoras cascadas que rasgan la paz y la quietud del valle. Acelera así su curso para alcanzar El Beyu, donde rinde su caudal tras recorrer una distancia de 6 km de longitud. En torno al valle inciden varios factores naturales, como sus vetustas majadas, lugares de pastoreo jalonados con sólidas cabañas de piedra. Pero también proliferan las manchas forestales que cubren parte de su corteza vegetal, así como su pródiga red de arroyos y fuentes, otra de las características más acusadas.

Dentro del gran abanico de posibilidades excursionistas con que cuenta la zona pondremos en marcha una de gran interés que discurre en torno al valle. La iniciamos en la braña de Renorios, plataforma superior de Coto Bello, adonde llega una buena carretera de 11 km de longitud, procedente de la rotonda de Corigos en el Corredor del Aller (AS-253).

Una enmarañada red de pistas se dibuja por su entorno, originaria de la antigua explotación minera de Coto Bello. Nosotros, en la presente ruta, nos iremos por el desvío meridional a caballo de una pista ganadera que recorre el perímetro geográfico del valle contorneándole a media ladera. Con sucesivos altibajos, cruza por la fuente y majada de Frieres, ambas recuperadas tras la agresión medioambiental, así como la majada Xugosa situada en un plano más elevado. Desde aquí ya se observa la conocida silueta del pico La Teyera (1.557 m).

Retomamos la pista original cuando las últimas huellas de la explotación quedan atrás y, a partir de aquí, el tramo de pista, que fue costeada por los ganaderos, pasa a la vertiente del valle Fresnosa. En esa dirección encontraremos al poco tiempo un desvío a la derecha que baja directo a la contigua majada de Veraniegu, que conserva como preciado tesoro la fuente «Domingueras», la mejor de la zona según la versión de los lugareños.

Proseguimos con la marcha con plácido caminar por una ruta sin apenas altibajos hasta llegar a Cople (1.133 m), 8,5 km en una hora y media de marcha. Esta majada es un santuario vegetal ubicado bajo la loma de la sierra y sobre un plano que domina el prodigioso valle. Su naturaleza está basada en la conjunción de varios factores naturales que van desde la secular composición de sus brañas hasta la magnitud de sus manchas forestales.

Cople marca el punto de inflexión de la ruta. Al pie de su fuente arranca por la izquierda el camino real hacia Castilla ganando el cordal por el Cantu Boya. Desde esta última majada, el camino tradicional se presenta en Bustroso por la remota majada de Carbazosa.

Recobramos el curso original de la ruta propuesta, yéndonos por la pista que seguidamente planea al Sur para desembocar sobre un rellano inferior donde se localiza Chacía, 10,3 km en 2 horas de marcha, otra de las majadas emblemáticas de Aller. Vetustas cabañas se reparten por su limpia campera componiendo un mágico rincón pastoril, enclavado en medio de una naturaleza exuberante. Chacía se sitúa a 1.280 m de altitud, cota que la pista va rebajando hasta vadear sobre los 1.150 m las turbulentas aguas del río Fresnosa. Después surge un imprevisto y costoso remonte por la ladera opuesta que finaliza sobre otro rellano ocupado por la braña Comuniá (1.250 m), 13 km en 2 h y 45 min de marcha. En este incomparable marco se contemplan los inclinadísimos planos de los picos de La Liebre, y sobre la loma cimera, un rosario de cumbres que encadena la sierra desprendida de Sur a Norte desde Estorbín de Valverde. Hacia allí se dirige otro de los caminos tradicionales a Castilla superando progresivamente las altas cotas de La Llana, La vega La Liebre y La Estrella de Cuanya.

En la Comuniá, de nuevo recobramos el pulso de la ruta en dirección al El Beyu. El itinerario continúa fiel a las curvaturas de la ladera con un suave descenso jalonado de prados y cabañas camufladas bajo el manto arbóreo. La pista dobla después las estribaciones septentrionales de la sierra introduciéndose paulatinamente en el contiguo valle de Mestas.

A la altura del crucero de Diez Chagares conectaremos con las pistas mineras, amén con otro desvío que se interna por el valle de Mestas hasta Cabaña Turá. Continuamos por la derecha en franco descenso entre restos de bocaminas y escombreras hasta alcanzar el cauce del río. Desde allí y por la pista original, muy pronto llegamos al puente El Beyu, punto de encuentro de los dos ríos y encrucijada de todos los caminos del alto valle del río Negro. (700 m) 17 km 5 h de marcha. Si aquí no disponemos de un vehículo de apoyo deberemos recorrer aún los 3 km que distan de Santibáñez de Murias, donde finalizamos la larga marcha senderista.

Santibáñez de Murias es el asentamiento más elevado del valle. Este «pueblo de piedra» florece a 700 m de altitud sobre la margen derecha del río Negro. Cuenta con 114 vecinos, repartidos por dos barrios más importantes: Confurcu y Cochéu. Los dos, y cada uno de ellos configurados por pequeños núcleos habitados, merecen el reposado conocimiento por parte del senderista o viajero antes de afrontar la excursión montañera. Todo el pueblo conserva una arquitectura de gran valor etnográfico. Cuenta con una iglesia, dedicada a San Juan y Santa Rita. Casas de arcaica estructura, hórreos, paneras, molinos, sobremanera el recuperado «Molín del Río» y el Museo del Urogallo, configuran este insólito paraje natural cuya historia se remonta al Neolítico.