Oviedo,

Víctor GUERRA

Hacía ya tiempo que teníamos en mente atacar la desconocida cordal de Peña Manteca, realizando una travesía de Oeste a Este. Lo cierto es que al final la idea de rodearla nos parecía que podía tener mucho asfalto y atravesarla podía ser una cuestión muy salvaje, por lo cual se planteó una ruta que no es para betetistas de poco aguante, pues estamos ante una ruta exigente en cuanto a descenso y ascenso.

Es una ruta de las «antiguas» donde hay que tirar de bicicleta al hombro en más de una ocasión, y en la cual conviene medir bien las fuerzas, si uno no quiere sucumbir en el intento, que en esta ocasión nos puso a prueba con calores rayanos a los 30 grados.

Dicho esto, decir que el punto de comienzo se sitúa en el pueblo de Tuña, lo que obliga a dejar un coche en Tuña y otro en Belmonte. Salimos de Tuña tras saludar y reverenciar al preclaro ciudadano Rafael del Riego, que tiene busto y memoria en este soleado pueblo, y buscamos el puente viejo en la carretera que va a Merillés; nada más pasarlo, un camino a la derecha que tomamos, para dejarlo al instante por un empinado sendero que sube ladera arriba medio tapado por la vegetación.

El remonte hacia la zona de El Buey y Peñaforcá obliga en más de una ocasión a tirar de la trotona, eso sí obteniendo una preciosa vista de Tuña. Hacia la parte media ya vamos montados en la bici, con la otra vertiente, la de Merillés, o Meirás con 1,5 km, rodados o caminados, que de todo ha habido. En Meirás nos encontramos con la sorpresa de encontrar la plaza del pueblo dedicada al insigne republicano don Francisco Prendes Quirós. Contemplado tal evento seguimos las indicaciones que nos llevan hacia el Dolmen de Merillés, por unos tramos hormigonados y de firmes de tierra de fuerte pendiente.

A la altura del 2.7 k se sigue por la derecha, para, a unos 200 metros más adelante, meternos por un camino pegado a un prado con una muria de piedra, y subir ya por ladera hacia dos fresnos que se ven al fondo; un poco más adelante, ya vamos por una pradería por la que cuesta trabajo ciclar, pasando por encima del Dolmen de Merillés, que queda un poco más abajo a la derecha.

Bordeamos el dolmen para seguir por una zona de pradería, camino casi invisible, en medio de la campera parece desaparecer, pero nada más acercarnos al borde vemos al otro lado cómo el camino empieza a ser reconocible, desfilando a media ladera del pico Colinas, o del Alto de la Raigada, dando vista de esta manera a la vertiente de Espinaréu; estamos en camino de «cuesta», piedra suelta y ciclado de aquella manera.

Bifurcación en un collado a los 6,3 km se sigue por el ramal izquierdo en descenso en trinchera hacia Abangu, buscando el carretil que le da acceso desde el valle, seguimos adelante doblando antes de llegar a una casa a la derecha, pasando por delante de una fea cuadra nueva con charcal de orines de cucho: la Braña Grande; se continúa hacia otra cuadra con tejado de uralita que hay más abajo, y cuando todo parece indicar que debemos subir al Alto de los Corrales, aparece un camino a la derecha dando vista a Boinás, que baja en picado acompañando a la regueira camino de los Fontanales, que es el que tenemos que tomar.

Entramos en Vega de Quintana y seguimos por un camino bordeando la ladera, sendero estrecho y muy bonito, que amenaza con desparecer en un punto donde el río lo toma al asalto, de pies al riachuelo y doblamos a la izquierda por encima de la riega para entrar en Villar de Tejón.

Desde aquí, aunque experimentamos algún que otro sendero, lo mejor es descender hasta la carretera AS-310 y entrar de este modo en Boinás, donde se impone un descanso con 12,3 km de ruta, eso sí nos acercamos a visitar el cementerio donde reposan los restos de José Antonio Fernández González, correligionario de Prendes Quirós.

Tras ello se impone el retorno a la dura ruta, para lo cual desde Boinás tomamos el empinado ramal que sube a la mina, y que se toma tras dejar los tres bares del pueblo, atrás y girando a la izquierda. Casi a las puertas de la mina, cerrada a cal y canto, se gira a la derecha por un camino en fuerte repecho que nos lleva a unas praderías (Llauria de Arriba) para subir al Ferradal, aunque también se puede subir desde Boinás por Valliguetu, que es posible que tenga menos cierres y alambradas, y esté más definido el camino.

En Ferradal, con poco agua en la fuente, proseguimos por el acceso rodado hasta dar con la carretera que viene de las Estacas, la AS-310, prosiguiendo la ascensión hacia los molinos de viento que habíamos visto horas atrás. La mole de Peña Manteca se hace omnipresente e impenetrable para la bicicleta de montaña, en eso nos entretenemos mientras pedaleamos pendiente arriba que Toyos sufre dadas las altísimas temperaturas del día; dan ganas de tirar de navaja y cortar mallas y mangas.

Poco a poco se va ganando el cumbral donde nos espera la sorpresa de entroncar con otro eje asfaltado y volviendo a tener que cruzarlo para tomar por un camino que sube directamente a los molinos, la vista, impresionante, miremos a donde miremos, de impresión igual que la subida, todo ese gran espectáculo nos ayuda a subir metro a metro hasta alcanzar los dichosos molinos. Supongo que alguien algún día pensará en el costo ambiental y paisajístico que suponen en nuestro paisaje todos estos artilugios campeando por nuestros horizontes.

A la altura de las instalaciones de los molinos en Colláu Moru, viramos a la derecha por una estropeada pista que va buscando las altas columnas eléctricas, bajando por los Oxacos la Cueva, y los Cochaus.

En Colláu Cimero, seguimos para entroncar más abajo con la carretera y seguir por el ramal descendente (24 km) abandonado éste al 1 km, aproximadamente, girando a la izquierda para seguir el camino de las columnas de alta tensión, pronto el camino desaparece para bajar por un estrecho reguero, que no se cruza hasta un poco más abajo; o sea, que BTT de la mano. Se cruza un poco más allá para después de unos cuántos kilómetros dar con el caserío de Pascual, donde se toma la carretera de Mudreiros, que se abandona al poco tiempo por la derecha para seguir por un lateral de la Riega de Barroblanco hacia Chanu Faidiellu.

No tardaremos mucho en dar con la carretera general a Belmonte (AS-633), llegando, de este modo, a Corias de Alvariza, donde se vira a la derecha y, en apenas 2 km, sentarnos en Belmonte, a tomar un refresco en la terraza del Gran Hotel y charlar sobre los otros correligionarios de Rafael del Riego, que en un buen día de finales del siglo XIX levantaron una fraternal en estos apartados lares, como así lo hicieron los hermanos Alarcón Gimeno o los Valdés García Miranda, Juan Tarrazo o el médico Bernardino Pumarada, entre otros. Vaya como homenaje esta dura ruta de sabor netamente republicano.