Viene de la primera página

Clima. «En Estados Unidos hay una gran diferencia de temperatura entre el día y la noche. Llega a helar de madrugada con temperaturas bajo cero y en carrera se puede llegar a 40 grados. Lo peor de la Transrockies en que en algunas cotas se está cerca de los 4.000 metros y eso te pasa factura . De hecho tuve dolor de cabeza y no me encontraba bien los días primeros hasta que me adapté», cuenta Eva. «En Europa las condiciones son mejores y las temperaturas son buenas para correr pero hemos tenido hasta nieve en alguna etapa».

Competición. En el caso de la Transalpine, «el día a día te va minando y las dos últimos etapas a mi casi me sobraron aunque son fundamentales para decidir las posiciones finales», recuerda Mejido; mientras que Obaya apunta que «los tiempos son similares a los que se pueden hacer un día en una prueba de la Copa de Asturias de montaña y eso un día y otro día te deja agotado. No sé donde hemos sacado fuerzas para acabar».

«Quizá al ser una pareja mixta nosotros hemos controlado un poco más. Yo le decía a Eva que controlara. En Estados Unidos nos llamó la atención lo fuerte que eran las mujeres en las competiciones mixtas, alguna llegó a reventar a su compañero masculino», dice Pachu.

Terreno. Los recorridos de la Transalpine son más técnicos y más aptos para montañeros con tramos en los que se llega a utilizar cuerdas o bastones (algunos utilizan una goma para ir un compañero junto a otro) mientras que la Transrockies está más diseñada para corredores, aunque en el caso de la Transalpine un año y otro año se van alternando un recorrido más atlético (caso de 2010) o más técnico. La Transalpine son 238 kilómetros que los asturianos completaron en 28 horas y 52 segundos (los vencedores la pareja escocesa Symmonds-Owen realizaron un crono de 24 horas, dos minutos y 47 segundos); mientras que la Transrockies son 182 kilómetros de recorrido con un desnivel acumulado de 20.000 metros en la que Pachu y Eva realizaron un tiempo total de 20 horas, 42 minutos y 13 segundos(la pareja canadiense Robbins-Anstey ganó con 18 horas y 25 minutos).

Recuperación. Los médicos y fisioterapias de la organización que reparan las «heridas de guerra» de los participantes. Son fundamentales para acabar una prueba de estas características. Ampollas, heridas y caídas pueden dar al traste con el deseo de terminar la prueba. En las dos parejas hay un consenso: el que más rápido llega a la meta antes se recupera. Mejido tuvo problemas, Obaya en una rodilla y Eva Braña, también. Sólo Pachu Pérez salió aparentemente indemne.

Ecología. «Me ha llamado la atención que mientras que en España y más concretamente en Asturias (Picos de Europa) se restringen más, nosotros que hemos corrido las dos (Pachu y Eva participaron en la Transalpina hace dos años) podemos decir que los paisajes más espectaculares son en Europa mientras que en Estados Unidos todo es más a lo grande y la naturaleza está más en estado puro», destaca Pachu Pérez.

Finisher. Es la palabra mágica que todos los participantes quieren leer en una camiseta que la organización reparte a todos los que completen la prueba en el tiempo establecido. La leyenda dice que todas las camisetas sobrantes son destruidas con el fin de que nadie se arrogue el título de finisher en el caso de la Transalpine mientras que en Estados Unidos una camiseta y una medalla premian el duro esfuerzo. Eso sí, quedar en puestos de honor da derecho a bajar los gastos. «Al ser cuartos hemos llevado un premio de 750 dólares que nos hizo mucha ilusión. Hasta nos preguntaron si eramos profesionales. Ya nos gustaría», concluyen Eva y Pachu.