ñor Roberto Hartasánchez, presidente del FAPAS, firmaba en esta sección un escrito en el que daba réplica de manera conjunta a una carta publicada por mí, el día 11 del mismo mes, y a un anterior artículo de opinión de Joaquín Arce, candidato al Senado en las últimas elecciones por IU-BA-Los Verdes de Asturias.

Quisiera aclarar que, a pesar de lo que pueda dar a entender el señor Hartasánchez, no mantengo ningún vínculo con ésta ni ninguna otra formación política, ni tampoco aspiro a controlar ninguna de las parcelas de poder a las que se alude en su escrito.

Quisiera además recalcar que en mi primera carta, en contra de lo que afirma el presidente del FAPAS, utilizo las comillas escrupulosamente para citar frases textuales de la entrevista realizada por Luis Mario Arce que apareció publicada en este diario el día 24 de febrero, y desde luego, no pretendo beneficiarme del hecho de que pocos lectores vayan a comparar mi carta con lo publicado en dicha entrevista. Mi intención es exactamente la contraria, y si he citado las referencias a los artículos originales ha sido precisamente para facilitar a los lectores la verificación de mis afirmaciones.

En su escrito, a falta de argumentos, el presidente del FAPAS trata de reinterpretar sus propias manifestaciones, haciendo y desdiciendo significados hasta acomodarlos a sus propios intereses. Así, el término «vínculo» es despojado del significado «unión» que le otorga la Real Academia Española y, según el señor Hartasánchez, no resulta aplicable para describir su relación con las administraciones públicas de las que viene recibiendo subvenciones, sin excepción en los últimos ocho años. Teniendo esto en cuenta, resulta de lo más sorprendente que el presidente del FAPAS me reproche que «tenga que rebuscar cifras del pasado para echar en cara lo que se cuenta en presente», como si los presupuestos actuales fuesen completamente independientes de los procesos de financiación ocurridos con anterioridad a su elaboración, y más aún, cuando basta remontarse al pasado 2007, último año al que es posible referirse al hablar de subvenciones recibidas.

Centrándose ya en el contexto regional, el señor Hartasánchez trata de refugiarse en el hecho de que sus palabras sólo responden a las circunstancias del momento en el que que se realizó la entrevista, obviando que el motivo de ésta es la celebración del 25.º aniversario del FAPAS. Por tanto, la frase «tenemos un presupuesto cercano a un millón de euros, y ni un solo euro procede de subvenciones de la Administración asturiana» sólo cabe interpretarla en un contexto en el que se hace un recorrido por la historia del FAPAS y los principios de funcionamiento sobre los que se asientan sus actuaciones.

Desconozco los motivos por los que el señor Hartasánchez pretende transmitir una actitud que no se corresponde con la realidad cuando, por otro lado, me parece totalmente legítimo que una organización como el FAPAS, o cualquier entidad ecologista, acceda a este tipo de ayudas.

Lo que molesta, señor Hartasánchez, no es el FAPAS en sí mismo, sino la manipulación interesada de la información y la crítica gratuita con la que desde esta organización se descalifica a todos aquellos que mantienen posturas distintas a la suya. Por eso el FAPAS molesta, y además, sus explicaciones no convencen.

Carlos Rodríguez del Valle

Avilés