Hace casi siete años que vivo en Las Campas, un barrio ovetense caracterizado por gozar de unas vistas deslumbrantes y padecer, al mismo tiempo, de unas comunicaciones sonrojantes.

Llegué a este joven barrio cargado de ilusión y, cada vez que me asomaba a la ventana, contemplaba optimista los pocos centenares de metros que nos separaban del núcleo urbano con el que, iluso de mí, pensaba que nos uniríamos en poco tiempo, pues el vecino barrio de La Florida crecía a un ritmo tan frenético que todos creíamos que sería algo inminente.

Pero para sorpresa nuestra, pronto transformada justa en indignación, la tan necesaria comunicación aún no ha llegado.

Poco antes de las pasadas elecciones generales, el señor concejal de Urbanismo, sacando pecho, asumió públicamente ante los vecinos el compromiso de solucionar el problema: «En cuanto la Confederación Hidrográfica del Norte remita la documentación al Ayuntamiento empezará la obra en menos de 48 horas».

El día anterior a las elecciones, mientras reflexionábamos sobre que opción política elegir para depositar en ella nuestra confianza, se cuela en la prensa la tan esperada noticia. Gracias a la colaboración, buen entendimiento y mediación entre el principio grupo de la oposición municipal y la Confederación Hidrográfica del Norte; ésta había dado, finalmente el visto bueno al tan ansiado proyecto.

Desde entonces ya ha pasado más de un mes y medio y del comienzo de las obras nada se sabe. Los vecinos murmuran; nos sentimos burlados, ninguneados, engañados... ¿Acaso alguien tendrá la desvergüenza de decirnos que sigamos teniendo paciencia?

Vuelvo a mirar por mi ventana y contemplo el barrio vecino, apenas separado de nosotros por unos pocos metros de promesas incumplidas. Tan cerca y tan lejos. ¿Hasta cuándo señor concejal?

Carlos Castañón Llorente,

vecino de Las Campas

Oviedo