En noviembre de 2007, el Parlamento europeo aprobó un informe en el que se pide a los estados miembros que garanticen al menos tres clases de Educación Física por semana, si bien deberían animarse a superar este objetivo mínimo. Unos meses después las comunidades autónomas empiezan a elaborar los currículos de Bachillerato y la Educación Física sufre una reducción horaria en varias de ellas (País Vasco, donde ya ha habido huelgas; Galicia, donde las protestas del Colegio de Licenciados en Educación Física y de Médicos son continuas, y detrás va Asturias, que ya veremos lo que se hace).

Aunque todavía no se han aprobado, las reacciones son de total rechazo, ya que, como dice el director del INEF de La Coruña, Rafael Martín, «resulta curioso que esta tendencia a reducir la asignatura, que comenzó con la ex primera ministra Margaret Thatcher y que se ha superado totalmente ante la epidemia de sobrepeso, llegue ahora a España. «Llega una moda que ha fracasado en otros países».

Otra cuestión paradójica es que ahora que se ponen en marcha programas de actividad física para todas las edades y que los ayuntamientos comienzan a contratar a profesionales de la actividad física que incentiven la práctica deportiva Educación plantea una reducción en los institutos. Lo paradójico es que algunas comunidades siguen apostando por la asignatura, como el caso de Canarias, donde el sobrepeso infantil supera la media nacional, y Madrid, los niños de 6 a 9 años tienen tres horas de Educación Física a la semana; Valencia y Navarra son otros ejemplos.

Tal como ha dicho el doctor Felipe Casanueva (jefe del servicio de endocrinología del Hospital Universitario de Santiago de Compostela): «Lo mínimo que debería haber es una hora diaria en Primaria y Secundaria; si se reduce en lugar de incrementar será un desastre».

Tal vez el grave problema que tienen nuestros políticos y la sociedad en general es que a esta asignatura se le ha visto como una pérdida de tiempo y, claro, antes no tenía mucha importancia, pero con la epidemia de sobrepeso que estamos teniendo ahora es fundamental.

A ver si nos damos cuenta de una vez que una persona que hace ejercicio físico tiene más facilidad para asimilar el conocimiento científico y, además, le ayudará en el futuro en la prevención de riesgos cardiovasculares, entre otros.

Eduardo Peláez Botas, licenciado INEF, profesor de Educación Física del IES Galileo Galilei

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