Muchos hemos conocido por motivos de nuestra profesión al maestro de maestros, indiscutible donde lo haya, que figura entre los números uno de España y el extranjero entre los profesionales que han elevado la peluquería de oficio a arte: éste fue Ramiro Fernández Alonso.

Pero dentro de su arte, que alcanza la cima de la profesionalidad dentro de la peluquería psicoestética, es todo ello tan pequeño ante su grandeza de corazón y su bondad humana de persona, a quienes trata, que es difícil que uno al irse de su lado no salga lleno de optimismo, y creyéndose mejor profesional y más humano como persona.

No son mis palabras las que pueden describir la grandeza profesional y humana de Ramiro, pues mi cariño y agradecimiento, como el de toda mi familia, pueden influirme para decir de él cosas que alguien puede creer exageradas, pero no es así. En cualquier punto de España y del extranjero habría muchos que, no estando cegados por la amistad que me puede influir a mí, dirían cosas de Ramiro que yo no sé ni expresar.

Un ejemplo de quién es el profesional y la persona lo ha dejado plasmado en el libro sobre la vida de Ramiro Fernández Alonso «Ramiro. Profeta de la psicoestética» el escritor y periodista Carlos Fuente.

Sus relaciones en el mundo de la política, del arte, del deporte y entre los que somos simples trabajadores aprendices de sus enseñanzas son tan amplias que sería muy prolijo enumerarlas. Pero ello se demostrará y Oviedo lo verá, el día 12 de mayo, en el aniversario de sus cincuenta años de profesión.

Que estas palabras en nombre de mi familia y mías sean el granito de arena del cariño que le profesamos nosotros y, que junto con los demás, sean aquellas palabras que un día me dijo: «Las palabras son bellas cuando las anima el afecto».

José Deza

Portonovo (Pontevedra)