Si no se podía afrontar el gasto en esta comunidad para la transferencia en materia de sanidad pública, ¿por qué no se pensó primero? Ya llevamos cerca de cuatro años pagando el «céntimo sanitario», que se traduce en aumentar el precio de los carburantes con un dinero que, una vez recaudado, va a parar a las arcas de la región.

De forma sibilina nuestros políticos, que ya nos tienen fritos a impuestos, pretenden taparnos los ojos con los famosos 400 euros electorales, y por otro lado, diga lo que diga la CE (incluso aunque lo que dice sea que es ilegal), siguen escaldándonos, un poco más, cada vez que llenamos nuestros depósitos de gasolina o gasóleo, como si todos estos productos no llevaran ya sus gravámenes.

Todos estamos de acuerdo en que la sanidad pública es un bien muy necesario y muy caro, y a veces parece que no nos damos cuenta del gasto que supone en el presupuesto de una autonomía con escasos recursos como es la nuestra. No estaría de más que, una vez que utilizamos sus servicios, nos entregaran una factura especificando el gasto que hemos producido. De esa manera seríamos conscientes de lo que cuesta eso que creemos que es gratuito y que estamos pagando entre todos.

Ahora bien, aun estando de acuerdo en que todos debemos arrimar el hombro a la hora de pagar nuestros impuestos, el gravamen del «céntimo sanitario» es injusto a todas luces, ya que lo mismo paga el que gana mucho como el que gana poco como el que vive de su transporte.

Dejen de engañar a la población con aquello de que «lo que te doy por un lado te lo quito por el otro». Pongan unos impuestos justos y equitativos para todos y exijan su pago, persiguiendo con todas las armas a su alcance a los que defrauden no al fisco, sino a los demás ciudadanos, que al final es a quienes estafan los que no pagan. Sólo de esa manera tendremos una sociedad en este aspecto un poco más justa, y déjense de litigios con la CE. Era lo que nos faltaba.

Rafaela Sánchez Roldán

Oviedo