La situación en la que ha quedado Birmania tras el paso del ciclón «Nargis» ha desatado todas las alarmas de la organización que tengo el honor de presidir: UNICEF-Asturias.

Birmania se enfrenta a una devastación sin precedentes y se estiman en 14 millones las personas afectadas por la catástrofe, muchos de ellos niños/as y mujeres; todos los colectivos prioritarios de nuestra organización. Las evaluaciones iniciales hechas por UNICEF revelan la urgencia de necesidades tan básicas como el agua potable, los medicamentos o las simples mosquiteras para prevenir el dengue o la malaria, enfermedades que pueden ser mortales en circunstancias tan adversas como las que concurren.

En cualquier desastre son los niños los que más sufren. Y según informan las oficinas de UNICEF sobre el terreno, hay niños que han muerto, muchos han sido separados de sus familias, padecen lesiones y están traumatizados. Los niños/as y mujeres birmanos viven a día de hoy una situación de vulnerabilidad ante el hambre, las enfermedades y los terribles traumas psicológicos, requieren de apoyo de manera urgente para sobrevivir. Por eso no podemos permanecer insensibles, no podemos permitir que las desoladoras imágenes que los medios de comunicación nos sirven diariamente en nuestra propia casa, no tengan ningún efecto en nuestra sensibilidad. Desgraciadamente los horrores que, por una u otra causa, asolan el mundo, han pasado a formar parte de nuestra vida con toda naturalidad. Sé que estas líneas que torpemente hilvano no van a servir para resarcir nuestras conciencias. Ni lo pretendo. Pero sí quieren ser el granito de arena que, unido al de quienes en estos momentos me estén leyendo, sirva para dedicar unos minutos a los niños birmanos. Para plantearnos si hay algo que esté en nuestras manos para salvarlos de una muerte segura. Les aseguro que desde UNICEF trabajamos en esta dirección.

Las informaciones previas anunciando el temporal -que desgraciadamente no fueron atendidas por las autoridades del país-, hicieron posible que UNICEF adelantase su actuación a un día antes del desastre, poniendo con antelación suministros médicos de emergencia. Podemos decir que el plan de emergencia funcionó desde el primer momento. UNICEF ya ha colocado en el terreno sales de rehidratación oral, potabilizadoras, kits de medicamentos básicos, de primeros auxilios, lonas y un largo etcétera de necesidades básicas. Y sí puedo decirles con orgullo que el plan de emergencia funcionó desde el primer día en Birmania, espero poder manifestar con igual orgullo la respuesta solidaria que los asturianos por medio de UNICEF, y tras este público llamamiento nos den a nuestra petición. Los fondos recibidos serán destinados a responder a las necesidades inmediatas y a las necesidades a medio término de los niños/as y mujeres que hoy luchan por sobrevivir a la mayor catástrofe de su historia.

Cualquier aportación económica, por pequeña que sea, será de gran ayuda para socorrer a los niños/as de Birmania.

Ángel Naval Balbín es presidente de UNICEF-Asturias.