He de reconocer que continúo en una nube por la celebración de mis 50 años como peluquero. De mi corazón sólo salen palabras de emoción y agradecimiento. Aunque soy allerano, han pasado 42 años desde que me establecí en Oviedo, y 50 desde que comencé auténticamente mi profesión. Se dice rápido. Alguien dijo: «Lo importante es llegar, pero lo difícil es mantenerse». ¡Cuánta razón llevaba! En mi caso he de reconocer que pese al esfuerzo nunca me faltaron los apoyos de clientes y amigos. Son y han sido tantos y tantos los que me ayudaron y ayudan, que miro hacia atrás y aún me parece ayer cuando abría mi primer local en Oviedo. Queridos amigos, me habéis hecho el camino muy agradable, muy llevadero. ¡Qué afortunado he sido! Y seguimos caminando. Tanto mi equipo como yo tenemos muy claro que no hay reconocimiento ni éxito sin la adecuada preparación, sin la necesaria dedicación, sin el denodado esfuerzo, sin el respeto a la disciplina y sin el amor por la organización. Todo lo que he conseguido se debe en gran parte a una causa: haber acertado a la hora de rodearme de unos excelentes y excepcionales colaboradores. Todos ellos han comprendido mi machacona insistencia a la hora de incidir en la importancia de seguir aprendiendo y mejorando. La sociedad es cambiante y competitiva, y las personas tenemos que desenvolvernos en ella de manera exitosa. Tanto mis colaboradores como yo seguimos evolucionando con la ilusión, la vocación y la pasión por una profesión necesaria para poder responder, desde nuestra modesta labor, a las exigencias que la estética y la imagen personal nos reclaman. Ellos, mi actual equipo y los antiguos colaboradores, también son merecedores del afecto que estoy recibiendo estos días. Esta profesión me ha facilitado el trato con la gente. Es cierto. He tenido la oportunidad de trabajar para paisanos y grandes hombres de pequeños pueblos asturianos. Con esos bebés que abren sus ojos curiosos y enormes ante su primer corte de pelo, o con esos niños que se sienten los protagonistas en el día de su primera comunión. En esta profesión se pasa con facilidad de lo pequeño y sencillo al personaje ilustre, los modestos deportistas y los de élite, los presidentes de grandes potencias o los altos mandatarios nacionales y extranjeros. Todos, seamos grandes o pequeños, sentimos y tenemos la necesidad de cortarnos el pelo y moldear nuestra figura. Por eso, haber sido y ser el peluquero de tantos y tan variados clientes me honra. Desearía que estos días de celebración, alegría y emociones por el éxito de de mi carrera profesional sirvieran de ejemplo a tantos y tantos jóvenes que se afanan por superarse día a día y a los que la suerte les es esquiva. Me gustaría brindarles a ellos estos días. Animarles a que sigan buscando la suerte con el esfuerzo, la constancia y el trabajo. ¡Es posible!

Un fuerte y agradecido abrazo a todos por continuar contando con vuestro apoyo, fidelidad, confianza y amistad.

Ramiro F. Alonso

Oviedo