Mieres del Camino,

P. CASTAÑO

El carbón puede ser una fuente de energía de futuro sin necesidad de extraerlo en las minas. Ese objetivo se puede lograr con la gasificación subterránea del mineral, una técnica que apenas ha sido aplicada pero que «ha llegado la hora de abordar», según señaló Paul L. Younger, catedrático de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Mewcastle y que hoy será investido doctor honoris causa por la de Oviedo.

Younger, que dio una conferencia en Mieres organizada por la cátedra Hunosa, señaló que hay reservas en el mundo para seguir explotando carbón durante 600 años y apuntó que «es una tontería sugerir que ese mineral no se va a usar» en el actual contexto de «triple crisis» en que el que se solapan los problemas del cambio climático, de seguridad energética derivada de la inestabilidad política de muchos países productores y de recesión económica. «No creo en una Europa sostenida por energías renovables, estas fuentes no pueden mantener una sociedad consumidora, o cambiamos de sociedad o utilizamos también otras energías», señaló Younger, que añadió que es el momento de decir: «vuelve tío carbón, te disculpamos».

El catedrático inglés señaló que hay opciones para utilizar el carbón «sin hacer más daño a la atmósfera ni poner en peligro vidas humanas en las minas» y entre ellas destacó la gasificación subterránea de carbón con posterior almacenamiento de CO2. La técnica consiste en atacar las vetas profundas de carbón mediante pozos similares a los petrolíferos, inyectar oxígeno y vapor de agua para provocar una combustión espontánea del carbón y obtener un gas resultante, mediante pozos de retorno, que se puede utilizar como fuente de energía. Younger apuntó que esta técnica ya se empezó a investigar hace un siglo, que la tecnología para aplicarla está disponible y que países como la antigua Unión Soviética o Australia la han utilizado. «El problema no era tecnológico, sino económico. El bajo coste del gas natural hacia inviable esta industria, pero con los precios actuales ha cambiado», señaló Younger, que apuntó que en las zonas donde se gasifica el carbón se producen atierres que pueden ser utilizados posteriormente como almacenes de CO2. «Esta nueva industria del carbón puede convertirse en un puente al futuro de las energías renovables», apuntó Younger, que afirmó que en el noroeste de Inglaterra ya se han hecho estudios que confirman la viabilidad del proyecto y dejó en el aire si sería posible en Asturias. «Deberán estudiarlo», apuntó.