Mieres del Camino,

D. MONTAÑÉS

A mediados del pasado siglo Mieres estaba en plena fase de expansión, entregada, además de al carbón, al cemento y al ladrillo. La población del concejo al inicio de la década de los cincuenta alcanzó la cifra de 60.000 vecinos, llegando al tope de 70.000 diez años más tarde. Lo que es ahora el centro del casco urbano se estaba edificando a marchas forzadas, alumbrando el diseño actual de la ciudad. Pero a aquel huevo le faltaba su yema y el por entonces alcalde del municipio, José María Álvarez, decidió construir un gran parque, cuyo primer esbozo ya fue visible a finales de 1951. El Jovellanos, con sus sucesivas reformas, ha llegado hasta la actualidad asumiendo su condición de principal pulmón verde y zona de ocio de la villa. Este año cumple, pues, 60 años de vida, de la que han sido testigos varias generaciones de mierenses, que han crecido jugando al balón o aprendiendo a andar en bicicleta a la sombra de sus árboles.

Los terrenos que actualmente ocupa el parque Jovellanos eran en 1950 una sucesión de fincas de labranza en las que aún pastaba el ganado. Un hórreo y también algún cobertizo eran todas las construcciones que había. La plaza de abastos, situada a unos cien metros, llevaba medio siglo construida y en su entorno las edificaciones en altura comenzaban a proliferar. En ese escenario, el Ayuntamiento decidió dar un empuje meramente estético a la ciudad y se tomó la decisión de construir un parque. El proyecto fue encargado al arquitecto Luis Cuesta, que contó con la colaboración de un por entonces joven delineante que acababa de llegar al Consistorio, Orlando Menéndez, que posteriormente ejercería como jefe municipal de Obras y Servicios durante varias décadas. «La actuación se desarrolló con un enorme cariño», recuerda el funcionario, ya jubilado. El fruto de este esfuerzo fue recompensado unos años después, concretamente en 1964, cuando el Jovellanos recibió el premio al jardín más bonito y cuidado de Asturias, distinción que el propio Orlando Menéndez recibió de manos del Ministro de Gobernación, Camilo Alonso Vega. «No miento si digo que fue el día más importante y emocionante de mi carrera profesional», señala Orlando Menéndez.

Pero el parque de Mieres no surgió de golpe de la nada, fue tomando forma poco a poco y, en este sentido, nunca ha dejado de evolucionar. Inicialmente, el proyecto que vio la luz en 1951 únicamente recogía un espacio verde entre la que es ahora la calle Manuel Llaneza y la zona del auditorio, es decir, la mitad sur del actual parque. Entre 1954 y 1955, según explica el propio Orlando Menéndez, se abordó una ampliación. Esta segunda fase permitió prolongar el recinto hasta la actual calle Carreño Miranda, creando el espacio que tradicionalmente se conoce entre los mierense por el «estanque de los patos». Esta ampliación generó un problema, ya que el nuevo espacio de recreo ofrecía un aspecto mucho más atrayente que la parcela originaria, por lo que hubo que volver a actuar sobre el espacio más próximo a Manuel Llaneza para poder trenzar una imagen homogénea.

El parque Jovellanos ha llegado hasta la actualidad siendo objeto de continuas reformas y mejoras. En 1985 se eliminaron los chopos plantados originariamente. «Se les caía las hojas muy pronto y lucían poco», señala Orlando Menéndez. Además de ser poco ornamentales, aquellos chopos alcanzaron un tamaño desorbitado, generando un latente peligro para los peatones, llegando a producirse accidentes de cierta gravedad por desprendimientos de ramas.

Los chopos originales fueron sustituidos por magnolios, hace ya más de un cuarto de siglo. El Ayuntamiento tuvo que hacer un esfuerzo económico. «Recuerdo que se plantaron 58 ejemplares, que costaron 18.000 pesetas de la época cada uno», explica el que fuera jefe de Obras y Servicio del Ayuntamiento. Las últimas reformas del Jovellanos se abordaron en 2002 y 2005. La primera se centró en la parcela sur, con la creación de zonas con juegos infantiles, modernizando igualmente el mobiliario y la ornamentación vegetal. La segunda, se circunscribió al espacio más próximo a Manuel Llaneza.

Orlando Menéndez, como muchos otros mierenses, ha sido testigo de la evolución del parque Jovellanos desde su inauguración hace seis décadas. Ahora bien, no todo han sido satisfacción. Cuando en 2005, coincidiendo con la última reforma, el Ayuntamiento planteó convertirlo en un parque «inglés», permitiendo el acceso a las zonas verdes, montó en cólera. «Es un parque urbano y los jardines son ornamentales, si se llega a ejecutar esa medida hubiera hecho cualquier animalada para evitarlo».

El viejo parque Jovellanos ha sido testigo de inocentes juegos infantiles, grandes conciertos, mítines políticos, multitudinarias manifestaciones, discusiones y risas. Y es que 60 años dan para mucho.