El Ayuntamiento de Morcín no esperará de brazos cruzados a que lleguen los fondos mineros (680.000 euros) aprobados pera el equipamiento del Museo de Lechería. El alcalde, Jesús Álvarez Barbao, asumiendo que esta vía de financiación no ofrece actualmente garantías, ya que el Gobierno central ha congelado el grueso de las ayudas mineras, ya trabaja con lo que podría definirse como una plan «b». El regidor explicó ayer que ha iniciado las negociaciones para que el sector privado se incorpore al proyecto aportando la financiación necesaria para culminar una actuación que lleva más de tres años en vía muerta.

Jesús Álvarez Barbao señaló que el Consistorio pretende desarrollar un plan director que sirva de plataforma para que las empresas lácteas puedan sumarse al proyecto. El Ayuntamiento ha solicitado ayuda a Cajastur para financiar el estudio y está a la espera de recibir una contestación. «Nuestra intención es convertir el patronato que en principio gestionaría el museo en una fundación, lo que permitiría a las empresas tener desgravaciones fiscales y otro tipo de ventajas». Álvarez Barbao asume que lograr la participación del sector privado puede ser la tabla de salvación para el equipamiento cultural. «De momento nadie nos ha dicho que los fondos mineros aprobados para culminar la actuación no se tramitarán, pero todo índica que habrá, en el mejor de los casos, una larga espera».

El Museo de la Lechería se ha convertido en un proyecto interminable para el Ayuntamiento de Morcín, que lleva ya más de una década luchando por su desarrollo. Las obras de construcción del centro cultural arrancaron en febrero de 2007, y terminaron en noviembre del año siguiente. Tras tener el edificio concluido, un pleito entre la empresa adjudicataria y la dirección de obra respecto al coste final de los trabajos retrasaron la recepción del equipamiento por parte del Consistorio, que se vio entonces sin fondos para equiparlo. La partida económica que debía servir para abordar el equipamiento de las instalaciones morciniegas se aprobó el pasado verano en una reunión de la mesa de la minería, un acuerdo que ahora podría convertirse en papel mojado.