El puente medieval que cruza el río Guadamía y que une, que no separa, Ribadesella y Llanes fue el lugar de encuentro de cientos de vecinos, amigos, familiares y compañeros de Samuel Cachero que quisieron estar presentes para rendirle homenaje póstumo a este excepcional ser humano que dedicó gran parte de su vida profesional y personal a luchar por hacer la vida mejor a los demás.

El nombre de Samuel Cachero, quien ha sido el inspector de Policía español más laureado en la lucha antiterrorista habiendo recibido numerosas condecoraciones oficiales por la desarticulación de varios comandos de ETA, ha quedado grabado y esculpido en el puente sobre el río Guadamía para identificar su senda, «la senda de Samuel», inaugurada el pasado domingo y que transcurre paralela a dicho río, cruzando y uniendo tierras de Ribadesella y de Llanes, hasta llegar al mar dejando a la derecha los bufones de Llames de Pría y a la izquierda el área recreativa de Cuerres.

Samuel construyó muchos puentes en su vida. El más importante para unir, y no separar, el País Vasco de España, luchando desde 1979 por la libertad y la democracia, evitando la sinrazón de unos terroristas que querían imponer sus ideas con el uso de las armas y la fuerza frente a una mayoría que desea vivir en paz. Samuel no llegó a poder disfrutar en vida de su gran ilusión: ver algún día el fin de la lucha armada en el País Vasco. Unos meses después de su fallecimiento fue cuando ETA anunció su decisión de dejar las armas de un modo definitivo.

Profundamente enamorado de la Asturias que le vio nacer, de su paisaje, de su paisanaje, de sus valles y montañas, aprovechaba la mínima ocasión que le dejaba su tiempo libre para regresar a su tierra y disfrutar de sus amigos y familiares en La Foz de Morcín y de su segunda residencia que había construido, junto a su compañera, Marisa Guerrero, periodista vasca también amenazada por ETA, en su paraíso llanisco de Llames de Pría.

Cachero nunca entendió los localismos absurdos que en muchas ocasiones prevalecen en nuestra región. Nacido en Riosa y criado en Morcín siempre tendió puentes para unir estos dos municipios. Los pueblos de Muriellos, en Riosa, y de Otura, en Morcín, fueron los primeros paraísos, uno en la falda del Aramo y el otro en las estribaciones del Monsacro, en los que descomprimía la tensión que vivía con sus quehaceres diarios en el País Vasco. Este hijo predilecto de Morcín a título póstumo fue fundador de la Cofradía de Amigos de Los Nabos y formó parte de la junta directiva de la Hermandad de La Probe.

Su compromiso social le llevó también a trabajar junto a César Alonso, presidente de la Asociación de Vecinos de Llames de Pría, para que la senda junto al Guadamía fuese hoy una realidad. Tampoco la pudo ver finalizada en vida, pero el pasado domingo cientos de amigos y vecinos la recorrimos todos con él para rendirle un último homenaje póstumo e inaugurar una placa junto al puente medieval que hace mención a «la senda de Samuel»: un idealista que luchó por construir un mundo mejor.