Mieres del Camino,

David MONTAÑÉS

El temporal de lluvia cesó, pero la tormenta política no amaina a raíz de las riadas de la semana pasada. Los daños causados por el desbordamiento del río Aller en Soto desataron un cruce de acusaciones entre las administraciones regional y estatal y ahora un informe técnico elaborado por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, al que ha tenido acceso LA NUEVA ESPAÑA, señala que las obras del Corredor del Aller, ejecutadas por la Consejería de Fomento, modificaron sin permiso el cauce del río y propiciaron el deterioro de la escollera de Soto, que cedió por la fuerza del agua. Delegación del Gobierno anunció por su parte que de manera urgente tiene previsto incoar un expediente para reclamar al Principado que asuma la «reconstrucción» de la escollera.

El Gobierno del Principado de Asturias exigió la pasada semana a la Confederación Hidrográfica del Cantábrico la ejecución «inmediata» de reparaciones en Soto de Aller, además de en otros puntos de la región afectados por las inundaciones. En el caso de la localidad allerana, la crecida del río se llevó por delante 75 metros de escollera. La Consejería de Fomento rechazó desde un primer momento cualquier responsabilidad y señaló a la Confederación como la responsable de los daños ocasionados por el desbordamiento. Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha encargado un informe técnico para estudiar el caso y en él se afirma que el citado muro de protección se vio «erosionado» por «cambios en la dinámica geomorfológica experimentados por el río Aller en Soto». Según los peritos, estas alteraciones han sido provocadas por los «rellenos temporales» asociados a las obras del Corredor del Aller en su tramo Corigos-Cabañaquinta, que llevaban en el momento del desbordamiento del río varios meses prácticamente paradas. En ese punto concreto se está construyendo un viaducto y, según los técnicos de Confederación, los pilares de esta estructura alteraron el flujo de las aguas debilitando la escollera.

El citado informe recoge igualmente que del examen de las autorizaciones de obra otorgadas en su momento se desprende «la existencia de una obligación para el titular de responder de los daños derivados por no ejecutar y conservar debidamente las obras». De esta forma, los técnicos consideran que se han ejecutado en la zona trabajos auxiliares o complementarios no autorizados: «Este cúmulo de acciones son constitutivas de infracción», concluye el informe.

El jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno, Alberto Mortera, aseguró ayer que el informe técnico elaborado por la Confederación Hidrográfica del Cantábrico «prueba una vez más que el actual Gobierno regional trata continuamente de disipar la realidad ocultándola entre una nube de falsedades». Mortera fue tajante al afirmar que «estamos ante una prueba incontestable de que esta administración regional no asume nunca sus responsabilidades» y remarcó que el informe está al margen de interpretaciones políticas. «Es la opinión de los técnicos, que plasma la falsedad e incompetencia que rige las acciones del Gobierno regional», señaló el jefe de Gabinete de la Delegación del Gobierno.

Con este respaldo técnico, la Delegación del Gobierno anunció ayer que tramitará un expediente para reclamar al Principado el arreglo de la escollera dañada por la crecida del río Aller a la altura de Soto. El Gobierno regional de Foro Asturias aseguró en su momento que la estructura arrastrada por las aguas «sufrió los efectos de la riada por su escasa estabilidad». La administración regional remarcó que «nada tiene que ver con la construcción del Corredor, ya que en esa zona concreta existe una obra de reforzamiento en un punto secularmente atacado por la corriente».

El informe de Confederación desmonta los planteamientos del Principado y remarca que la incidencia de los pilares construidos para sostener el futuro viaducto de Soto y los rellenos han alterado las corrientes dentro del cauce. En la descripción de lo sucedido, los peritos sostiene que rellenos de obras temporales, «sin autorización», alteraron la dinámica del río con el resultado de que «las direcciones principales de flujo fueron desviadas hacia la margen izquierda del cauce». Esta alteración, siempre según los técnicos, contribuyó, «de manera decisiva», a que se produjera la erosión de la escollera que defendía la citada margen del río.