Mieres del Camino,

C. M. BASTEIRO

Los ganaderos del monte mierense de Llosorio vuelven a estar atemorizados por el lobo. Denuncian «una oleada de ataques» que, en las últimas semanas, se ha saldado con la desaparición de más de treinta cabezas de ganado. La Asociación de Ganaderos Afectados por el Llobu (Agall) exige al Gobierno regional que tome cartas en el asunto, «y que realice los controles de población necesarios».

Según Agall, cinco ganaderos han denunciado la pérdida de 25 cabritos, cuatro potros y ocho cabras. «El ganado desaparece y, a los pocos días, encuentran restos como cabezas o vísceras», explicaron desde el colectivo. Además, según Agall, los vecinos de la zona han avistado varios lobos. En una ocasión «vieron a dos lobos juntos y, en la otra, a uno solo vagando por el monte». Por el momento, los ganaderos no pueden confirmar que los lobos hayan vuelto a asentarse en los montes de Mieres. Según los portavoces de Agall, «puede ser que los cánidos solo vayan a Llosorio a cazar». Para confirmar que la población está asentada, tal y como señala Agall, «sería preciso saber si hay hembras en el monte y conocer el lugar en el que se alimentan». Por el momento, la asociación de afectados exige a la Administración regional que comience un seguimiento de los lobos y que se hagan los controles necesarios. «No podemos permitir que la población vuelva a aumentar, en perjuicio de los ganaderos», explicaron los responsables del colectivo.

Agall había valorado «muy positivamente» los resultados de su último balance de pérdidas por ataques de lobos con respecto a ejercicios anteriores. Según la asociación, los ganaderos de la comarca perdieron 173 cabezas de ganado durante el pasado año. En el balance anual, el colectivo incluyó 124 reses muertas en Lena. La mayoría de las bajas se produjeron en los valles del Huerna y Pajares, donde los afectados llevan meses denunciando «una oleada de ataques». En los montes de Morcín y Riosa, Agall contabilizó 49 reses muertas y Mieres cerró el año pasado sin ninguna baja. En total, 2011 registró un descenso del 20 por ciento en relación al número de ataques contabilizados en 2010.