Turón (Mieres),

J. VIVAS

La parroquia de San Martín de Turón pedirá un crédito bancario para afrontar las obras de consolidación del templo, cerrado el pasado mes de marzo por el grave deterioro que sufría. Al no conseguir una cantidad suficiente de instituciones y feligreses para sufragar los trabajos, que están presupuestados en 300.000 euros, el párroco Rafael Menéndez se ha visto obligado a acudir a las entidades bancarias. En principio, su intención es solicitar, como mínimo, 150.000 euros, aunque no descartó tener que incrementar el crédito. Esta cantidad se sumaría a lo recaudado hasta ahora por los fieles, unos 47.000 euros.

La cubierta del templo de San Martín está llena de grietas y hay espacios inundados por el efecto de la lluvia. De ahí que el párroco decidiera cerrarlo al culto y trasladar los oficios a la parroquia de Santa Bárbara, ubicada en La Cuadriella. Sin embargo, nunca se dio por vencido. Tampoco los fieles, quienes llevaban más de un año organizando todo tipo de eventos para recaudar dinero. El objetivo era alcanzar los 300.000 euros, lo suficiente para cambiar la cubierta del templo, de unos 1.000 metros cuadrados, y evitar su derrumbe.

El párroco recibió hasta una decena de proyectos de obra, todos rondando la cantidad presupuestada, que fueron enviados al Arzobispado de Oviedo para que sea esta entidad la que adjudique los trabajos. «No queríamos decidirlo nosotros y preferimos que fuese el obispado, para que nadie dudase de nuestra buena fe a la hora de decantarnos por un proyecto u otro», resaltó Rafael Menéndez.

Los trabajos consistirán en la sustitución de la estructura de la cubierta, actualmente de madera, por una de hierro. También se cambiará el tejado. El párroco aseguró que al no tratarse de una iglesia catalogada ni protegida, «tenemos más margen de maniobra». El templo turonés data de la década de los años cuarenta del pasado siglo, algo que les permite hacer reformas de importancia en el inmueble que no podrían llevarse a cabo de contar con algún tipo de protección. Sin embargo, esto también fue un impedimento a la hora de conseguir ayudas de la administración para consolidar el templo y evitar su derrumbe.

De momento, ya se ha contratado al aparejador para que lleve la obra y han solicitado la licencia municipal para poder realizar los trabajos. A la espera de la tramitación del crédito, que podría requerir del aval del Arzobispado y de la licencia municipal de obras, todo apunta a que los trabajos en el templo turonés no arrancarán hasta principios del próximo año. Aún así, tal y como aclaró el párroco de Turón, «los trabajos dependerán mucho de la meteorología». En principio, las obras tendrán una duración estimada de tres meses con el objetivo de que el templo pueda volver a abrir sus puertas en junio.

Rafael Menéndez también quiso agradecer las múltiples muestras de apoyo recibidas por parte de los vecinos de Turón, quienes se han volcado con el templo de San Martín. Los fieles organizaron mercadillos, conciertos benéficos y hasta fundaron una asociación para recaudar fondos para la iglesia. «Todos se han volcado», destacó el párroco, subrayando la «inestimable» colaboración de la confitería turonesa La Gloria y de la cocinera del hogar del jubilado, quienes se han preocupado de llevar dulces para los mercadillos solidarios. También ha habido aportaciones particulares, entre las que «hubo algunas importantes, mientras que otros dieron lo que pudieron, pero siempre se agradece».

La puesta en marcha de estos trabajos será un primer triunfo para la iglesia de San Martín, pero sólo suponen la consolidación del templo. El inmueble cuenta con otras deficiencias menores cuyo arreglo tendrá que esperar a que se cuenten con más fondos. Las obras del templo turonés tienen su reflejo en los trabajos llevados a cabo en la iglesia de Santiago de Sama, que también contó con las aportaciones de los fieles para llevar a cabo su restauración. El proyecto, presupuestado en unos 700.000 euros, se sufragó con la colaboración de alrededor de 260 personas que aportaban cantidades fijas todos los meses, aunque también ayudaron el Arzobispado, el Ayuntamiento de Langreo y la entidad de ahorro Cajastur.