La mayoría de los vecinos de Campomanes llevan cinco años sin beber agua del grifo. Los problemas, según aseguran los afectados, comenzaron cuando arrancaron las obras de la variante ferroviaria de Pajares en el lote Sotiello-Campomanes y comenzaron las afecciones al río Huerna. El agua empezó a salir «unas veces embarrado y otras con mucho cloro» y los vecinos pidieron que se analizara. Las pruebas confirmaron que el suministro era potable, pero los vecinos desconfían.

«En este pueblo, hacen el agosto las empresas de agua embotellada», aseguró ayer el presidente de la asociación de vecinos de Campomanes, José Ramón González. «Nos han repetido que es potable y que se han hecho pruebas, pero desconfiamos. No podemos saber qué se miró en el agua y qué dejaron de mirar y nos gustaría que los análisis se repitieran y nosotros participáramos», añadió.

La desconfianza hacia el agua del pueblo es generalizada. Ángel Esteban, un vecino que fue alcalde de barrio, llegó a pedir que se construyera una fuente de un manantial para buscar una solución provisional a esta situación: «Bebemos agua de la fuente porque, por lo menos, está limpia y sabe bien».

No pasa lo mismo con el agua que sale del grifo. «Hay días que está muy turbia y ni siquiera nos podemos duchar con ella», explica González. Y continúa añadiendo que «cuando no es así, seguimos con un problema parecido porque tiene tanto cloro que acabamos apestando a lejía». En algunas casas ni siquiera se utiliza para cocinar porque afirman que «los casos de diarreas que se dan podrían estar relacionados con el consumo esporádico de agua».

Los vecinos consideran que la solución pasa por modificar la captación de agua del río Huerna y elevarla a una zona del cauce que se encuentre por encima de la obra de la Variante. Reconocen, no obstante, que hubo una actuación encaminada a solucionar su problema. Hace unos años, según explica González, se construyó una depuradora para captar el agua del río Pajares, y abandonar la captación del Huerna. Pero nunca llegó a funcionar.

«Hay que elevar mucho el agua y no resulta rentable. Las autoridades han tenido muy poco juicio en este caso», asegura el portavoz vecinal. José Ramón González afirma que los vecinos se sienten «abandonados» y que no han encontrado apoyo ni en el Ayuntamiento ni en el Gobierno regional. «Nadie quiere enfrentarse por nosotros a las empresas de la Variante, ni mucho menos al Adif», señalan. Mientras no encuentren solución, seguirán sin probar el agua del grifo